Tuesday, August 23, 2005

Bergman


El pasado 14 de julio el cineasta sueco Ingmar Bergman cumplió 87 años de vida, larga vida que ha oscilado entre el teatro y el cine, sus dos grandes pasiones. Y que mejor forma de celebrar a uno de los grandes genios que el cine nos ha ofrecido que recuperar sus obras, maestras todas, para constatar de paso que es uno de los últimos grandes cineastas que aun nos quedan con vida. Esta idea de recuperación no esta muy lejana para nosotros, como sucedía 15 años atrás, pues con un azaroso y gran sentido de la oportunidad (de quien sabe quien, por cierto) nos llega vía DVD una formidable colección conformada por algunas de las grandes obras que este demiurgo infatigable nos ha ofrecido.
El séptimo sello (1957), Fresas silvestres (1957), Gritos y susurros (1972), Escenas de un matrimonio (1973) y Fanny y Alexander (1982) son las piezas de esta colección, por mucho incompleta (basta echar un vistazo a la filmografía del autor para corroborarlo) pero en definitiva una muy buena muestra del genio de este realizador sueco, que ha vuelto a mirar a través de su implacable cámara para realizar hasta el momento su ùltima entrega: Saraband (Suecia 2003), hasta ahora inédita secuela en nuestro país de aquella radiografía conyugal que era Escenas de un matrimonio.
Los cinco títulos sintetizan las obsesiones fundamentales del autor y las características generales de su obra. El cine de Bergman es de los pocos que reivindican la acción interior e introspectiva, más allá de la física, como móvil de la historia, un cine propio de una mirada fría y distanciada que contempla a sus personajes en sus infiernos personales. Hace algunos días un amigo me comentaba, después de haber visto Persona (Suecia, 1969), que Bergman filmaba sus película como si historias de terror se trataran. Y no hay nada de descabellado en tal aseveración. El cine de Bergman, es un cine de claroscuros que entre la indagación teológica, la reflexión existencialista y la disección psicológica, presenta su universo en el que coloca como epicentro los rostros de sus criaturas; en su cine, pues, el rostro es en si mismo la película, la base del argumento, el principio y el fin dramático; es en ese espació donde descubre paisajes de inquietantes y misteriosos caminos, de pasajes obscuros que conducen inevitablemente al alma, angustiada siempre ésta ya sea ante la relativa existencia de Dios, ya sea ante el vació que supone la muerte, ya sea ante la incomunicación, ya sea por su eterno conflicto consigo misma.
El de Bergman como el de Andrei Tarkovski (otro genio a recuperar) es de esos cines totales que no cuentan con parangón alguno. Construcción dramática y composición visual se presentan indisolubles para ofrecer varios de los sublimes momentos que la cinematografía mundial ha presentado; así lo constatan la inquietante secuencia onírica que da inicio a Fresas silvestres, la partida de ajedrez entre la Muerte y un Caballero en medio de un paisaje apocalíptico en El séptimo sello, el infierno retratado como una simbólica habitación roja donde cuatro mujeres se consumen por desesperación, enfermedad e incomunicación en Gritos y susurros o la secuencia climática de Fanny y Alexander donde por montaje paralelo lo cotidiano se transforma en pesadilla paradójicamente redentora para un par de niños que han pasado por un largo y doloroso proceso de maduración
Obviamente se echan de menos otras obras (la misma Persona, La hora del Lobo, El silencio por ejemplo) pero pensemos en estas cinco piezas como una primera entrega de una amplia colección. No hay pretexto, pues, celebremos –nunca es tarde- a este cineasta y si no hay dinero para comprarlas, las puede adquirir en renta en su videoclub mas cercano. ( por Josè Abril)

Wednesday, August 17, 2005

Nostalgia

. Posted by Picasa


Te extraño. Extraño tu andar por casa, el sonido de tus pasos, tu sonrisa en las mañanas. Extraño ese aroma al acercarte a mi, tu mirada siempre nerviosa, el modo casi susurrante al hablar. Extraño tu tartamudeo, tu timidez y sumisión casi sublime. Te extraño. Extraño hasta el ruido de tu llanto e incluso tu necia y testaruda idea de llevarme siempre la contraria. Te extraño…¡Por una chingada, te extraño! aunque muy en el fondo de ti sigas pensando que los asesinos nunca extrañan…

Foto: Cindy Sherman

Tuesday, August 16, 2005

Thursday, August 11, 2005

El lobo feroz

De seguro Perrault, Charles, el de los cuentos infantiles, nunca se imaginó que el hombre podría llegar a inventar algo como el cine y mucho menos que algo como este invento imposible para su época (el finales del siglo XVII) iba a manosear maliciosamente, cuantas veces se le antojara, su bienintencionada y muy popular fábula Caperucita roja y el lobo feroz. Y digo maliciosamente porque no me refiero a las adaptaciones más o menos fieles que se han hecho de este breve relato sobre la inocencia infantil expuesta ante la voracidad corruptora de una criatura despreciable y malintencionada (en este caso un lobo hambriento), sino aquellas que han representado variaciones y miradas irreverentes hacia su premisa. Irreverencia a veces involuntaria como la que se presentaba en nuestra versión mexicana del cuento en Caperucita roja y el lobo feroz (1959), donde el lobo era interpretado por Manuel “el loco” Valdez con cierta descontrolada lascivia. Irreverencia sexual como la que manifestaba Neil Jordan en su extraordinaria In company of Wolf (Irlanda, 1985), donde el lobo era un elemento de tensión erótica y motivo de iniciación sexual, o en su no menos interesante In dreams (EU,2000), reelaboración del cuento en clave onírica para dar forma a un thriller con psicópata travestido. Irreverencia desquiciante y negra como la que se ofrecía en Freeway (EU,1996), retorcida comedia dònde la legalmente rubia Reese Witherson era una lolitizada caperucita roja en plan de víctima abiertamente propiciatoria y el lobo feroz un psicópata en perpetua frustración cortesía de Kieffer Shuterland.
Variaciones más serias sobre el asunto la tenemos por ejemplo en El juramento (EU,2000), excelente thriller de Sean Penn, centrado en lo que simbólicamente es el personaje del leñador que salva a caperucita en el original: aquí Jack Nicholson da vida a un detective que se consume ante su incapacidad por atrapar a “el lobo” que violó y asesinó de manera despiadada a una niña, y en la clásica de Fritz Lang M, el vampiro de Dusseldorf (Alemania, 1931), donde un asesino de niñas representaba el caos en una comunidad.
De reciente aparición tenemos The woodsman (EU, 2004), de Nicole Kassel, y en comparación con aquellas representa cierta originalidad admirablemente riesgosa. Es quizá la primera, y por el momento la única, que, en relación a su referente (la fábula), se centra en el personaje que menos voz ha tenido en todas estas relecturas: El lobo feroz. Despojada de su dimensión de fábula, la anécdota se ubica en un ambiente de extremo naturalismo, poblado por personajes demasiado humanos. El punto central e hilo conductor: un extraordinario Kevin Bacon interpretando a Walter, un pedòfilo recién salido de prisión llevando a cuestas la culpa y el peso de sentirse despreciado por quienes lo rodean. Su historia será la de su itinerario cotidiano de contención erótica y autorepresión, dolorosamente consciente de las consecuencias de sus impulsos. Aunque la película padece de cierta construcción reiterativa en cuanto a su argumento y de personajes de forzada concesión (como el aparente violador de niños que será castigado por el protagonista: su hermano, su semejante), resulta una obra bastante interesante, de momentos muy logrados, el mejor de ellos: el encuentro de Walter con una niña –de simbólica capucha roja- en un parque y su nerviosa proposición indecorosa, un Walter que a su vez será desarmado emocionalmente por la propia niña al sugerirle ésta su condición de víctima de abuso sexual en el seno de su propia familia. Aplicando el simbolismo de origen The Woodsman, no obstante sus defectos, vale como el conmovedor retrato del Lobo en conflicto consigo mismo y en perpetua lucha contra su propia ferocidad. (Por Josè Abril)

The woodsman actualmente se encuentra en cartelera bajo el título de Crimen Inconfesable

Tuesday, August 09, 2005

Por culpa de la humedad


Cuando el juez le preguntó
Por qué tuvo que matar
Mona, seria, respondió
-Fue el calor y la humedad-

Me contaron que esperó
A la siesta de las tres
En una mano un cenicero
En un puño el corazón
Como una fruta madura su cráneo se hundiò

Sentada en el salón
Con el cuerpo a sus pies
Pensaba en que ella fue una vez
Joven, guapa y feliz
-Hubo un tiempo en el que yo
Había muerto por amor.
Hubo un tiempo en el que yo habría muerto por amor.-

Mona, calla, haz el favor
Mona, me haces enfermar.
Ramona, ven aquí
Que te voy a reventar.
Y si no hay nadie a quien culpar, culpemos a la
humedad.

Lo enterró en el jardín
a la sombra de un nogal,
justo donde suelen ir
sus dos gatos a orinar
-Esta vida iba a ser otra y algo salió mal.-
-Hubo un tiempo en el que yo habría muerto por amor-
-Sí, hubo un tiempo en el que yo…-

Nadie quiso saber más.
Me juraron que así fue.
Se quedó mirando afuera
Esperando al anochecer.
Y como a ocupar el lugar del sol.
La culpa fue de la humedad


Canciòn: Nacho Vegas, de Cajas de mùsica difíciles de parar (Limbo Star, España, 2003)

Thursday, August 04, 2005

Colmillos de mujer


Para algunos puede sonar exagerado, pero si el cine no hubiera puesto su excesiva atención en la extensa novela Drácula, de Bram Stocker, Carmilla, la corta novela de la cual vamos hablar, ocuparía el “reinado” que aquella obra literaria mantiene. Popularidad ganada gracias más a la insistencia del cine que a sus relativas cualidades literarias. Seamos justos, pues, sin afán de sobrevalorar, podemos decir que esta obra del irlandés Joseph Sheridan Le Fanu (Dublín, 1814-1873) supera a la novela de Stocker no sólo en edad (Carmilla fue concebida veinticinco años antes que Drácula) sino también en sustancia.
Le Fanu nos ofrece en Carmilla uno de los relatos más bellos y ambiguos sobre el mito del vampirismo (tal vez la primera gran novela sobre el asunto). No se trata de una pieza más sobre el horror que el personaje en cuestión pueda generar, sino de las posibilidades sugerentes, de gran audacia, que de su lectura se puedan extraer.
Narrada desde el punto de vista de la víctima, una joven aristócrata que al encariñarse con su nueva dama de compañía empieza a desfallecer, la novela nos ofrece una fascinante e inquietante historia de vampirismo femenino, pero el escritor con gran delicadeza, trasciende el tema y nos permite apreciar a Carmilla, ante todo, como la metáfora de una obsesiva pasión lèsbica, como una suerte de bitácora que da cuenta del proceso de enamoramiento que se establece entre Carmilla y su joven víctima; historia de amor oscuro cimentado en el ferviente deseo de una de las partes y la evidente fascinación que conduce a la debilidad y la alineación a la otra. En Carmilla la fagocitación emocional y el sacrificio se plantean como un extraño acto amoroso, de larga y lenta duraciòn, que busca como fin consumatorio la muerte.
De aquí que en Carmilla se perciba no un efecto de horror, pero sí de melancolía. Las atmósferas que logra Sheridan Le Fanu estan impregnadas de cierto romanticismo; en algunos pasajes se perciben alcances poéticos que hacen mucho más ambiguo el relato y algunos diálogos redondean la actitud letal, pero terriblemente amorosa y doliente de Carmilla ( …me creerás cruel y muy egoísta, pero el amor es siempre egoísta…Debes venir conmigo y amarme hasta la muerte; o debes odiarme, pero seguir conmigo, y odiarme a través de la muerte y después de ella...).
Ya para terminar: Carmilla ha sido motivo de tres o cuatro adaptaciones cinematográficas. A destacar dos casos ejemplares, ambos en extremos opuestos: el primero es Vampyr , una bellísima aproximación que C. T. Dreyer hizo allà por 1929 con el característico estilo poético del realizador. El segundo es Amores de vampiros, adaptación del asunto cortesía de la célebre productora Hammer ya en decadencia a principios de los setenta, explotando con más morbo y con más carne que sangre el asunto del lesbianismo, en este caso incitado por Ingrid Pitt, sensualoza actriz, famosa por su belleza y escultural cuerpo. La presencia de la actriz y la estética psicodélica le dan al film una dimensión trashy y camp bastante disfrutable. (Por José Abril)

Monday, August 01, 2005

Street Scene, San Diego 2005

Lo mucho mejor:

Pixies (màs vigentes que nunca)
Social Distortion ( un agotado Mike Ness que sigue sacando energìa cueste lo que cueste)
• El circo mágico-cómico-breve-musical de The Flaming Lips
Floggin Molin ( punk con mayúsculas y con mucho y buen sabor irlandés)
Kassabian (grupo que un servidor no conocìa pero…qué grupo!)

Lo decepción:

The White Stripes (con un en vivo de rotunda hueva, plano muy plano)
The Killers y Hot Hot Heat (grupos hechos para escucharse en discos, no màs)

Desconciertos:

• Kim Deal rogando a un Frank Black reticente, para que la deje cantar la canción de despedida (la imprescindible Gigantic)
Garbage, grupo idem, sorprendiendo con un directo de potencia y sonido extraordinarios, a pesar de lo uniforme de su repertorio y de la forzada guarres de su vocalista, ahora menos frashion que nunca.

C`est tout