Monday, February 20, 2006

El soundtrack de nuestras vidas

Tal vez suene un poco conservador de mi parte, pero siempre he pensado que una de las tantas cosas que indujo al cine de horror a su decadencia es la insistente manía de los realizadores de congestionar sus productos con la música de grupos que están sonando en la MTV. La mentalidad de esta nueva generación de cineasta, aquella que empezó a filmar desde los noventa, parece estar guiada por estudios de mercado y de audiencia encaminados a identificar qué escuchan los jóvenes, y en función de eso musicalizar –casi siempre de manera arbitraria y gratuita, con frustrantes resultados- las situaciones clave. La canción en particular, en esos films, carece de toda función dramática o estética porque la película ante todo se ha regido por la lógica del mercado: se busca el grupo de moda porque se persigue la identificación generacional y su consecuente y exitosa venta del producto a través de eso que llamamos soundtrack, disminuido ahora a un simple y rutinario recopilatorio de grupos gruesos y otros muy cool, pero cuyas ventas contribuirán a las ganancias totales del film. En el recuerdo han quedado pues la densidad atmosférica a la que contribuían tanto los ominosos ruidos de ambiente como las inquietantes, oportunas y dosificadas notas musicales que lo reforzaban.
Esto no es exclusivo del cine de horror; si prestamos mirada y oreja a otras películas llamadas –peyorativamente a veces- de género, podremos darnos cuenta que el comentario de arriba es fácilmente extensivo hacia ellas. Inclusive el llamado “cine de autor”: no puedo dejar de pensar como David Lynch (un autor muy cuidadoso en esos terrenos) echó a perder su Lost Highway (1998), por asignarle la tarea del acabado musical a Trent Reznor (desplazando al genial Badalamenti) y como, por exceso musical, el mismo Reznor por mandato de Oliver Stone vino a convertir una premisa interesante en un combo de violencia esteril e inefectiva en Asesinos por naturaleza.
Y es que hace tiempo esa idea “muy posmoderna” del todo se vale vino a devaluar el concepto que tradicionalmente se tenía del soundtrack. Muy poco, creo yo, queda hoy de esa idea de que la música de la película, cancion o intrumental, cumple su función en y para el film, y que la circulación en disco de ese score y de esas melodías debe considerarse la extensión de un concepto (la película), que sin dejar de ser extensión y parte de él puede a su vez tener una vida autónoma. Hay algunos que esa vida autónoma les es imposible porque están tan compenetrados con las imágenes que les sirvieron de inspiración que no pueden deshacer el vínculo, dos casos particulares como ejemplo: la banda sonora que Tinderstick compuso para Trouble everyday, de Claire Dennis, resulta sublime en la película pero muy críptica sin ella; la extraordinaria musica de Neil Young para Hombre muerto de Jarmush, sin las imágenes no tiene mucho sentido.
No obstante esta suerte de desconfianza, continuo consumiendo soundtracks, ya sea de películas interesantes o bodrios, algunas veces dejandome llevar por mi gusto por la película pero otras tantas por mi gustos musicales aunque la película me resulte un ladrillazo (eso sí, nunca compraría un soundtrack de Tarantino, porque se que resultará un soundtrack choteadísimo de antemano y por considerar el mismo Tarantino que sus ocurrencias –musica de por medio- deben ser tomadas como “objetos de culto”….bah!). Algunos de mis soundtracks favoritos, que más escucho y recomiendo son los siguientes (se vale hacer otras sugerencias):
  • La panza de un Arquitecto (1986). Del músico minimalista Wim Mertens, para la película del mismo título dirigida por Peter Greenaway. Greenaway siempre ha tenido un gran sentido de lo musical y de su perfecta integración a la imagen, y para esta película sobre la muerte física y el papel del arte en el mundo contemporáneo bastó esta creación de Mertens a base de piano e instrumentos de viento.
  • El cocinero, el ladrón, su esposa y su amante (1990). Del que antes fuera músico de cabecera de Greenaway, Michael Nyman. Diferentes variaciones sobre un tema musical que había sido inspirado por una tragedia colectiva…Musica fúnebre llena de notas que sugieren cierta ironía, perfecta para una historia que oscila entre lo trágico y el humor negro.
  • Drácula (2001). Excelente música inspirada en el clásico de horror de James Whale, Drácula (EU, 1931), compuesta por Philip Glass y ejecutada por Kronos Cuartet. La película originalmente fue concebida sin música, y 70 años después Glass asumió el experimento de musicalizarla desde una perspectiva contemporánea para su lanzamiento en DVD.
  • Velvet Goldmine (2002) Ejemplo de cómo una película puede apropiarse de canciones que le son ajenas e integrarlas a su universo sin ningún problema. La película de Tod Haynes es una fantasía sobre los tiempos del llamado glam rock; el disco es un muestrario musical de ese momento con canciones clásicas de Roxy Music, T-Rex, Brian Eno, David Ferry, The New York Dolls, Lou Reed y otros representantes del movimiento del glitter, el maquillaje, la androginia, las lentejuelas y el rock pero revisitadas con las voces de Tom Yorke, The Teenage fanclub, Placebo, los propios actores Ewan McGregor, Jonathan Ryss Mayer, entre otros. Sin desperdicio.
  • 24 four hours party people (2003).El Manchester de finales de los 70s, el punk, su transición al post punk, el origen de Joy division, de Happy Mondays, la muerte de Ian Curtis, el nacimiento de New Order, el origen de la cultura de club…¿acaso pueda pensarse que una película con estos tópicos pueda tener un soundtrack sin provecho? Basta escuchar la versión New dawn fades, original de Joy Division con voz de Curtis, renovada por la voz afectada de Bernard Summer y remezclada tan estruendosa como meláncolicamente por Moby, para que uno se de cuenta que ha hecho una buena inversión. Por el momento, mi soundtrack de cabecera.
  • Pretty in pink (1986) Sólo para nostálgicos. Molly Ringwald fue nuestra Winona Ryder, o mejor dicho la Ryder es la Ringwald que se merecen las nuevas generaciones…Bueno lo que sea, es lo que menos importa. Quién podía imaginar que esta película tan ñoña –aquí La chica de rosa- donde Ringwald era una cenicienta de colegio, podia generar un soundtrack tan interesante. Al escuchar las canciones de Depeche Mode, Echo and the Bunnymen, Suzane Vega (con, para mi gusto, una de sus mejores canciones, Left of center, acompañada al piano por Joe Jackson) entre otras propuestas de “indie” ochentero uno piensa que la intención del realizador Howard Deutch pudo haber sido otra (solo tengo el cassette…el cd no lo he encontrado)
  • Purple rain (1984) Hablando de nostalgias…Un gran soundtrack para una película en extremo mediocre. Prince se creyó autor total y le dio por escribir, dirigir, actuar, producir, musicalizar su propia película ¿El resultado? Un desastre ¿algo bueno? El soundtrack…La película fue la comidilla de entonces. El soundtrack, por el contrario, es aun todo un clásico, un disco de culto del que es imposible cansarse de escuchar…