Friday, September 19, 2008

Flash back 11: Mujeres hiperviolentas


Karen Bach y Raffaela Anderson en Viólame



El pudor, gracias a dios, parece haberse perdido. Y si la porno y sus iconos antes eran asuntos muy privados, accesibles sólo mediante el botón del “play” de nuestro reproductor de video o dvd, de pronto se volvieron de uso tan común que uno se podía topar con ellos al primer cambio de canal de televisión o sobre la pantalla de cualquier sala de cine trasnacional instalada en algún lugar cerca de nuestras casas. Las personalidades que habían hecho fama y fortuna haciendo sexo “real” frente a cámara de repente se encontraron bien integrados a eso que tan efumistamente Cohen-Sèat llamaba la iconósfera moderna (ese imaginario creado por el cine, la televisión y la publicidad en armoniosa complicidad) y lo mismo podían oscilar entre las solicitaciones del cine más “exquisito” y exigente que entre los requerimientos como presencias estelares en productos televisivos de contundente banalidad.

Rocco Siffredi, por ejemplo, se volvió actor-fetiche para la realizadora francesa Catherine Breillart en un par de filosóficas películas recientes (Romance X, Anatomía del Infierno); Nacho Vidal, por su parte, se prestó a participar en videoclips de un Miguel Bose que ya daba patadas de ahogado; y el ya veterano Ron Jeremy se integró a un popular reality show del canal musical VH1 (La vida surrealista) con jocosa naturalidad.

Las mujeres no se quedaban atrás, también hicieron lo suyo. Traci Lords hace años que había dejado la felación a cuadro para procurar convertirse en una actriz de carácter (el único director que la tomó en serio fue John Waters), aunque nunca logró notoriedad más allá del cameo juguetón; Marilyn Chambers, por su parte, ya se le había adelantado, actuando para David Cronenberg en Rabia (Canadá, 1982), sin necesidad de abandonar la industria que la forjó. Y cuenta la leyenda que Coppola contrató a un trío de cotizadas actrices porno para realizar una de las caldosas escenas de su versión barroca -mamoncísima y horrenda, por cierto- de Drácula (EU, 1992).

Tal vez los casos más interesantes de personalidades porno que han hecho esta suerte de crossover en los últimos años sea el de Karen Bach y Raffaela Anderson, e interesante, digo, por la empresa que llevaron juntas. Ambas colaboraron como actrices en una de las películas más audaces hecha por mujeres de la que se tenga memoria, por lo menos para servidor, en una pieza de culto instantáneo que ha garantizado ya su trascendencia como actrices por partida triple: del porno, de la hiperviolencia fílmica y del feminismo políticamente incorrecto ejercido en la pantalla grande. La primera, Bach, se suicidó un par de años después de esta realización; la segunda, Anderson, sigue en activo en la pornografía. De esta forma, Viólame (Baise-moi, Francia, 2000), la película en cuestión, bajo la dirección compartida de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi, es el legado como actriz para una pero para ambas representó la nota más alta que habían logrado en su carrera.

Recuerdo que la película tuvo su semana de rigor en nuestras salas de cine, cosa curiosa si tenemos en cuenta el contenido incendiario de tal propuesta y lo ultracoservador de esta capital norteña (Hermosillo). Políticamente incorrecta, abiertamente provocadora, Viólame daba cuenta del viaje sin retorno que una pareja de mujeres (Bach y Anderson) realizan convocando el crimen y la violencia con júbilo reivindicador. Obra derivativa y revisión tardía y aumentada del road movie con asesino serial (en este caso, un par de asesinas), la película se desarrolla, sin pudor, entre el sexo y el asesinato explícitos y sin contemplaciones, entre el splatter y el film noir bajo los códigos del Dogma 95, entre el tono reflexivo e intimista (la solidaridad y el reconocimiento mutuo entre las dos mujeres) y el humor negro.

Viólame era toda ella exceso pero con seso, visceral en fondo y forma. Pornografía y cine hiperviolento pero hecho con inteligencia, broma retorcidamente feminista que ponía a prueba la tolerancia del espectador, patada (y con tacones) directa a la frente por cortesía de un par de mujeres en plan de mindfucking que se estrenaban como cineastas (Despentes es escritora de novela negra contemporánea y Trinh Thi ex-actriz porno). A pesar de contar con una progresión dramática un tanto torpe y cierta estructura narrativa un tanto reiterativa, Viólame, con toda su mala leche y autoconciencia cínica, movía y conmovía: de lo perturbador a lo emotivo hay un corto paso...

Hasta ahora esta pareja de realizadoras (¿improvisadas?) no han vuelto hacer nada en el terreno audiovisual, pero con Viólame uno juraba que Abel Ferrara o Tarantino ya tenían quien le pisara los talones.

(José Abril)

2 comments:

Paxton Hernandez said...

off topic,

Señor, necesito su opinión en el post de hoy. Ud. que sí vio ese bodrio infecto que es Mamma Mía!

Paxton Hernandez said...

profe Abril,

Muchas gracias por su comentario. Genial.

Saludos!!!