Fue Richard Avedon quien con esta foto colocó a Natasha Kinski como icono sexual en la década de los ochenta y en la órbita cultural de entonces, no sus colaboraciones con realizadores como Roman Polanski, Wim Wenders o Andrei Konchalovski como muchos piensan. Si bien, películas como Tess (Francia, 1980), Paris, Texas (Alemania, 1983) o Los amantes de Marìa (EU, 1984), lograron capturar el aspecto más frágil y vulnerable de esta actriz de mirada siempre triste, con personajes siempre varados en el desamparo, fue Avedon que –fotógrafo a fin de cuentas- pudo identificar la fascinación ambigua que el físico de la Kinski siempre ejercía. La foto, que a su vez era una suerte de paráfrasis visual de una célebre pintura de Franz Stuck, se presentaba como el registro de esa belleza gélida, fría, de rostro inagotablemente melancólico en el que subyace el instinto más primario, la sexualidad pagana, agresiva y animal. Quizá el único y el último cineasta que pudo captar a la actriz en ese mismo registro haya sido Paul Schroeder, en una película de la que ahora pocos se acuerdan y que un servidor acaba de redescubrir: Cat people (EU, 1982). Re-make de un clásico de los cincuenta, la película pudo apreciarse como una metáfora sobre la naturaleza animal del sexo, donde una pareja de hermanos –Kinski y Malcolm McDowell- tienen que lidiar con la dualidad de sus personalidades, por un lado la de personas normales y por otro la del aspecto animal que en ellas subyace, que se libera adquiriendo la forma de un agresivo leopardo al experimentar sus impulsos y deseos eróticos. La primera parte de la película sigue prácticamente los convencionalismos propios del cine de horror, marcados por un McDowell que tiene plena consciencia de su naturaleza, sin escatimar en el sadismo de sus actos sangrientos y que exige consumar el incesto a su reticente hermana aun reprimida para alcanzar la redención. La segunda parte es la mejor, y es donde Schroeder deja que Kinski actúe cargando esa ambivalencia de inocencia y perversidad, de víctima y verdugo sexual a un tiempo. La historia de horror cede pues su paso a la fantasía erótica de perversión sugerente. Irena o Natasha, que en términos simbólicos viene siendo lo mismo, renuncia a su condición virginal y proclama su condición bestial a su enamorado, un zoólogo empedernido, exigiéndole que la elimine o que libere su verdadera naturaleza a través de la copulaciòn. Desenlaces inquietantes sí los hay: el hombre preferirá a la bestia, y su reiterativo acto sexual será el rito establecido que permita a su amada mantener su forma animal.
Después de esta audaz película de horror, Natasha Kinski volvió a recuperar el personaje que hasta la fecha ha interpretado, el de esa mujer de suprema elegancia. vulnerable siempre, belleza con ciertas licencias para su vida erótica.
A propósito de bellezas gélidas: Buñuel ya había jugado con un icono similar a principios de los setenta. Catherine Deneuve se prestaba a ciertos juegos perversos en Bella de día (Francia, 1972), pero eso ya es boleto para otra función…(Por Josè Abril)
Después de esta audaz película de horror, Natasha Kinski volvió a recuperar el personaje que hasta la fecha ha interpretado, el de esa mujer de suprema elegancia. vulnerable siempre, belleza con ciertas licencias para su vida erótica.
A propósito de bellezas gélidas: Buñuel ya había jugado con un icono similar a principios de los setenta. Catherine Deneuve se prestaba a ciertos juegos perversos en Bella de día (Francia, 1972), pero eso ya es boleto para otra función…(Por Josè Abril)
5 comments:
¿No recuerdan como se llamaba la película en la que actuó Natasha Kinski, donde sale en el bar del hotel Gadsden de Douglas, entre el monton de herrajes de ganado?
Creo que era con Charlie Schin, algo así como vuelo del aire, espero y me digan
Sè cual pelìcula es, pero no recuerdo el tìtulo tampoco
Caída libre.
"el fotógrafo de la superficialidad”, como muchos de sus detractores lo califican, es uno de los pocos autores, q han logrado realmente penetrar y sacar a flote la vida y personalidad de varias de las figuras más emblemáticas de la farándula y el ámbito cultural de occidente. Y el bato, no sólo se conformó con eso, pues, en su serie de retratos “in the american west”, vemos una beta poco común en su trabajo, que lo distancia por mucho, de ser el fotógrafo de moda por excelencia de su época. En dicha serie, se aventura a explorar y descubrir las entrañas de la clase marginal norteamericana… Trabajo que, dicho sea de paso, es imprescindible de ver.
Tu fan
Joel Garcia
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