Hoy el cineasta alemán Tom Tykwer goza de cierto prestigio internacional gracias a tres películas, tres obras que lo han colocado como uno de los más sobresalientes y originales de su generación: “Corre Lola Corre” (1998), “La princesa y el guerrero” (2000) y “En el cielo” (2002), esta última en co-producción con EU, y con guión original del cineasta polaco ya fallecido Kristof Kieslowsky. Si bien estas tres obras son las que le han permitido figurar en la cinematografía contemporánea mundial, no son sus mejores trabajos. Resulta curioso pues que su etapa inicial como cineasta, aquella prácticamente desconocida y por lo mismo para muchos inexistente, sea la que mejores frutos haya rendido. A esta etapa primera pertenece la obra de la que a continuación hablaremos un poco: “María Mortal”.
Realizada en 1993 “María Mortal” es el debut en el cine de este aun joven alemán. Ese carácter de opera prima es quizá lo que la ha destinado prácticamente al anonimato ante el sorpresivo éxito que sus obras posteriores tuvieron; y resulta lamentable, porque la película es en mucho su mejor realización y, sin afán de exagerar, su primera obra maestra.
En ella, María es el personaje central, una mujer que durante toda su vida ha estado sometida por figuras masculinas, primero la del padre quien, culpándola de la muerte de su esposa y madre de la protagonista, le ha negado toda posibilidad de desarrollo personal y voluntad propia, después la del marido que, secundando la voluntad del padre, la ha orillado a una insoportable vida de sirvienta llena de monotonía e insatisfacción sexual. Para María el contacto con el mundo exterior es prácticamente imposible y la única vinculación mas o menos saludable que ha establecido en ese su mundo doméstico cerrado ha sido con Fomimo, una extraña figura de madera de forma fálica al que ha dirigido una serie de cartas escritas a lo largo de su vida como una suerte de bitácora en la que plantea sus inquietudes, miedos, ansiedades y frustraciones, en suma la muerte en vida que ha significado su miserable existencia.
Tykwer es alemán y ubica su historia en el Berlín actual, pero precisamente el carácter de encierro que le confiere a la historia es lo que permite que ésta tenga una significativa universalidad. Así, la película será el retrato de una mujer que por sus condiciones de vida nos resulta extremadamente familiar y su problemática demasiado cercana. Es pues el retrato de una víctima femenina oscilante entre las exigencias vengativas de un padre postrado en la cama que ve en ella el deposito de su amargura, y la intransigencia de un marido que la ha nulificado como ser humano. Así, ante estas dos presencias, María ha devenido un ente meramente funcional, sin vida propia, casi una figura autómata que actúa por inercia en su gris cotidianidad.
Y aunque la realidad que Tykwer nos presenta es una realidad terrible fácil de identificar aun en la vuelta de la esquina, en términos de representación y fabulación cinematográfica esta realidad se ha vuelto un tema, una premisa demasiado tópicos. Buena cantidad de melodramas cinematográficos han conseguido convertir a personajes como María casi en un clishé de género (aclaro, cinematográfico), y Tykwer está consciente de ello. Es por eso que el de María mortal no es un retrato de la víctima femenina al uso. De hecho, siempre he pensado que “María Mortal” es un melodrama bajo la envoltura de una película de terror, donde los típicos temas de la mujer sumisa violentada, psicológicamente en este caso, por los hombres encuentran una traducción estética inusual por obscura y casi siniestra. Y en buena parte a ello se debe la enorme originalidad de la obra. Si los primeros trazos de la película son los de una vida ya reconocible, el desarrollo se vuelve cada vez más inquietante y ambiguo pues la película ha virado hacia una puesta en escena de una psicosis, una psicosis que paradójica e irónicamente le darán cierta dignidad al personaje. La ironía, el sarcasmo, cierto humor corrosivo permiten ver a María como una bomba de tiempo, una suerte de caja de Pandora que al abrirse hará sentir la fuerza letal que el título con tanta ironía promete. Esa locura a la que la han orillado “sus hombres” se volcará contra ellos mismos de forma trágica, y es en esa locura donde María encontrará su liberación.
Esa realidad trastocada por la locura del personaje permitirá al realizador introducir una serie de elementos que rompen con el naturalismo aparente de la película: el claroscuro que caracteriza al espacio doméstico como un tenebroso lugar en el que aguardan seres despreciables castigadores de nuestra heroína, los espectrales murmullos en off que acompañan al personaje en su soledad, los ruidos cotidianos (el tic tac del reloj, el silbido de la cafetera) como presencias ominosas, la música ambiental que parece anunciar el surgimiento de lo inesperado y, principalmente, esa extraña relación simbiótica que María ha establecido con Fomimo, su objeto fetiche, darán a la obra en su conjunto un tono macabro de gran desconcierto.
Tom Tykwer con “María Mortal” tuvo un gran comienzo y además contribuyó a esa cosecha que tanto ha caracterizado al cine alemán, es decir el de ofrecer retratos heterodoxos femeninos. Uno pensaba que Reiner Werner Fassbinder, otro alemán aunque de generaciones anteriores, había agotado esta línea (pocos como él habían cimentado su filmografía en la mujer y sus múltiples caras) pero al parecer no todo había concluido con él. María mortal lo constata.
(Por José Abril)
1 comment:
Me ha sorprendido tu comentario sobre sta película, definitivamente pensé que nadie o casi nadie la conocería, yo la he visto hace ya muchos años y pensé que en México sería desconocida, o practicamente desconocida. Me atrevo a hacerte una pregunta: ¿es posible conseguir una copia de este film? Agradezco tu atención
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