Monday, December 31, 2007

2007: Y la canción sigue siendo la misma

Bueno, otro año más termina y como ya es costumbre en esta humilde bitácora hacemos el recuento de lo mejor acontecido en el ámbito que aquí nos mueve, el cinematográfico. Me ahorro las palabras introductorias, porque hacerlo implicaría decir prácticamente lo mismo que en el recuento del año pasado. Esto significa, pues, que las cosas no cambiaron ni para bien ni para mal. Todo se mantuvo más o menos igual de descafeinado, salvo ciertos acontecimientos, muy pocos, que lograron dar breves giros interesantes al transcurso de este 2007: 1). La visita a este desierto (Hermosillo, Sonora, México) de Jorge Ayala Blanco para presentar su “La herética del cine mexicano”, tan lúcido y con enorme sentido del humor como en sus críticas; 2). El regreso – ¡Por fin!- de David Lynch, vía DVD, con “Inland Empire” (Francia-EU, 2007), otro intenso descenso a los infiernos de la mano de una genial Laura Dern; y 3). La edición de –jejeje- mi primer libro “Función de medianoche: comentarios sobre cine y otros asuntos audiovisuales” (Ediciones Altanoche, Mexico, 2007), una selección de textos sobre cine que había publicado por aquí y por allá.

¿Y el horror? Aaaah el horror. ¿Novedades? La verdad muy pocas. Si el año antepasado y el pasado el género tuvo relevancia gracias no a los estadounidenses sino a los orientales, hoy el turno le ha tocado a los españoles con una serie de propuestas sino innovadoras sí interesantes, demasiado interesantes creo yo como para pensar que el género no esta en vías de extinción.

Bueno, se trataba de ahorrarme las palabras, y para evitar seguir pensando en voz alta con teclado de por medio a continuación el recuento en tres categorías: Lo mejor del cine mundial, Lo mejor: horror, fantástico y ciencia ficción y Las que de plano no... Como sigue:

Lo mejor del cine mundial (de lo que nos llegó a las salas, a excepción de la de Lynch)

1. El imperio (Inland Empire, Francia-EU, 2007), Dir: David Lynch
2. Ratatouille (EU, 2007). Dir:Brad Bird
3. Cartas desde Iwo Jima (Letter from Iwo Jima, EU, 2006). Dir: Clint Eastwood
4. La muerte del Sr. Lazarescus (Rumania, 2005). Dir: Cristo Puiu
5. Observador oculto (Caché, Bélgica, 2006). Dir: Michael Haneke
6. La maldición de la flor dorada (China, 2006). Dir: Shang Yimou
7. Quinceañera (EU, 2006). Dir: Richard Glatzer
8. Hermosas tentaciones (Pretty persuasión, EU, 2006). Dir: Marcos Siega
9. El asesino del zodiaco (Zodiac, EU, 2007). Dir. David Finsher
10. El violín (México, 2006). Dir: Francisco Vargas
10 (A). 300 (EU, 2007). Dir: Zack Snyder
10 (B). Pequena Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, EU, 2006). Dir: Jonathan Dayton

Horror, fantástico, ciencia ficción

1. Exterminio 2 (28 weeks later, EU/España/Inglaterra, 2007). Dir: Juan C. Fresnadillo
2. Alerta Solar (Sunshine, EU/Inglaterra, 2007). Dir: Danny Boyle
3. El mundo mágico de Terabithia (Bridge to Terabithia, EU, 2007). Dir: Gabor Csupor
4. Masacre en Texas: el inicio (Texas chainsaw masacre: the beginning, EU, 2007). Dir: Jonathan Liebesman
5. Los abandonados (The abandoned, España/Inglaterra, 2007). Dir: Nacho Cerdà

Las que de plano no…

1. El amor en tiempos del cólera (Love in the times of cholera, EU, 2007). Dir. Mike Newell
2. Apocalypto (EU, 2007). Dir: Mel Gibson
3. Shrek tercero (Shrek the third, EU, 2007). Dir: Chris Miller
4. Las torres gemelas (World trade center, EU, 2006). Dir: Oliver Stone
5. Hasta el viento tiene miedo (México, 2007). Dir: Gustavo Moheno
6. Beowulf (EU, 2007). Dir: Robert Zemeckis

(José Abril)

Tuesday, December 18, 2007

Myers, Michael Myers


Y el saqueo sigue. Tal y como lo habíamos previsto, a Michael Myers le ha llegado su turno. Halloween, pues, el film realizado y escrito por John Carpenter en torno a este personaje icónico, allá por los ya muy lejanos setenta para enseñarnos que grandes cosas se podían hacer con mínimos recursos, ha sido, también, puesto al día.

Midiendo el pulso a esa tendencia de “revivir” clásicos del terror setentero, habíamos anotado los aciertos por parte de Alexandre Axa y Marcus Nispel en sus muy estimables versiones de The hills have eyes (EU, 2006) y Texas chainsaw masacre (EU, 2004), respectivamente, quienes estuvieron apunto de superar los originales. Lamentablemente, ésta no es la situación del remake del que ahora hablamos. Tal empresa ha sido encabezada por Rob Zombie, el otrora psychobilly de lujo, y lejos de alinearse al correcto camino marcado por aquellos al momento de asumirse como copiones, pone en evidencia sus muy variadas y marcadas limitaciones.

Con apenas dos películas en su caprichosa carrera como cineasta-que-se-cree-de-culto, Zombie sólo ha demostrado incompetencia como narrador cinematográfico de historias de terror. Incompetente por confiar en el exceso como recurso salvador de guiones con demasiados lados flacos y débiles. Incompetente e ingenuo por pensar que cada una de sus ideas u ocurrencias son geniales y por lo tanto deben encontrar, a como de lugar, toscas traducciones visuales en películas que no pasan de ser barrocas acumulaciones de gags pretendidamente brutales y golpeadores, fatigosos productos más abrumadores que terroríficos. A Zombie le ha faltado criterio para discriminar todo aquello que se le ocurre sobre la escritura de sus argumentos y visión crítica como para darse cuenta que, en el set o la mesa de montaje, sobran demasiadas cosas como para que el conjunto pueda funcionar.

El caso de Halloween no es excepción. Lejos de aprovechar un argumento original mínimo que apostaba para su desarrollo en una tensión sostenida desde el principio hasta el final, este cantante metido a director lo ha inflado con una serie de excesos, habituales en su (no) estilo, más bien ridículos. La película, en esta ocasión, empieza con un extenso e innecesario prólogo. Si Carpenter nos ofrecía un planteamiento brevísimo y contundente (ese soberbio plano-secuencia subjetivo inicial) para después instalar en el relato al asesino como una entidad sigilosa, atroz y maléfica, Zombie nos atesta unas secuencias sobre explicativas en torno a la naturaleza de Myers, el origen de su psicopatía y de las motivaciones de sus futuras andanzas. Una suerte de cuadro clínico sobre el pequeño Myers que bordea la caricatura de trazos gruesos (como una suerte de Oliver Stone cuando intenta hacerse el chistoso, véase Asesinos por naturaleza) con una serie de lugares comunes propio de algún manual de psicoanálisis en versión pulp (las raíces del mal se encuentran, pues, en una madre irresponsable y medio puta, un padrastro libidinoso y alcohólico, una hermana buenota y calenturienta, todos ellos confabulándose contra el pequeño berrinchudo en el peor día de sus vidas: el que se anuncia en el título).

Después, la historia se asume como el pastiche del guión de Carpenter aunque con el torcimiento innecesario por parte de Zombie. Efectivamente, presenciamos el asedio de Myers a su niñera favorita, pero ahora con el plus melodramático del vínculo familiar y la multiplicación del número de víctimas en el trayecto. Nuevamente, ante la imposibilidad de sostener su propuesta mediante la solidez de un argumento trazado con precisión, el realizador busca salidas fáciles: la sorpresa final, previsible y hasta cursi, digna de un dramón televisivo (esa rechazante hermanita perdida y encontrada, cual Novia de Frankenstein), y la carnicería al por mayor que sólo termina por convertir en reiterativo, cansino y uniforme algo que desde su concepción y sustancia debió inquietar, horrorizar.

Imposible resulta no comparar la copia con el original. Pero, aun sin tomar en cuenta el original, el Halloween de Zombie, por mucho, sale perdiendo. Por lo menos para un servidor.
(José Abril)

Tuesday, December 11, 2007

La crítica herética


Hace algunos años leía en el periódico UnomásUno, una singular entrevista realizada a Jorge Ayala Blanco. La charla giraba en torno a su actividad como crítico de cine, sus proyectos y, si mal no recuerdo, a la aparición de lo que en ese entonces era su más reciente libro: La eficacia del cine mexicano (Ed. Grijalbo, 1994). Las declaraciones ofrecidas por el entrevistado fueron muchas y muy diversas, pero, aunque el tiempo transcurrido es bastante, todavía recuerdo una en particular y con singular gracia. Ayala Blanco manifestaba sin más ni más: “Prefiero mil veces escribir un ensayo sobre Alfonso Záyas que sobre Marguerite Duras”. La declaración a simple vista se antojaba una humorada, una ocurrencia provocadora, e incluso me recordó a Andrés Caicedo, malogrado crítico colombiano, injustamente olvidado por cierto, cuando comentaba que “cada gusto es una aberración” o que prefería los gags de las comedias de Jerry Lewis que cualquiera de las últimas películas de Pasolini. Pero el comentario de Ayala Blanco, al igual que los de Caicedo, no deben tomarse tan a la ligera, como simples golpes de humor o provocación gratuita; por el contrario, se trata de una auténtica declaración de principios, de una saludable puesta en ridículo del acartonamiento academicista con el que se acostumbraba – y se acostumbra- a relacionar el oficio del crítico, el ejercicio del análisis cinematográfico y el de cualquier arte; un golpe bajo, pues, contra la solemnidad y adocenamiento imperante en el campo de la reflexión del quehacer fílmico. Vaya, la frase en si misma –El comediante alburero muy por encima de la Duras- traduce en palabras la posición que ha tenido- y sigue teniendo- Jorge Ayala Blanco a lo largo de su muy extenso camino como crítico y ensayista.
Una posición herética, para entendernos mejor. Una Actitud herética, la de Ayala Blanco, como pocas en el ámbito de la crítica en general, que le permite obtener hallazgos ahí donde el crítico purista y amante del lugar común, por puro esnobismo o prejuicio cultural, no se atreve a mirar. Actitud y posición herética por descreer de los autores cinematográficos consagrados y los temas de siempre, como únicos y exclusivos objetos de estudio. Herética, por consecuencia, su mirada, que desconfía de esas divisiones la mayoría de las veces discriminatorias y clasistas entre lo “artístico” y lo “popular”, entre el “buen gusto” y el “mal gusto”, por ignorar, también, las muy rancias y convencionales etiquetas de “cine de arte” y “cine comercial”. Herética, en suma, porque desde la visión escudriñadora de Ayala Blanco no hay exclusión: todo cabe y todo entra en su marco de reflexión, todo y todos, películas y autores, viejos y jóvenes, nacionales e internacionales, productos y subproductos, son susceptibles de ser puestos en tela juicio, cuestionados, desacralizados, exaltados o vilipendiados.
Es esta actitud herética la que ha convertido a Jorge Ayala Blanco en una de los autores más originales, polémicos e irreverentes de nuestro país. Para decirlo simple y llanamente, uno de los más interesantes. Muy lejos del convencional comentarista de cine, Ayala Blanco ha sido ante todo un insobornable ensayista heterodoxo, alejado siempre del formalismo académico y las concesiones oficialistas. Su estilo es inconfundible y es su estilo precisamente el que ha devuelto al género –el ensayo, el texto reflexivo- esa naturaleza artística a la que parecía negado. Ayala Blanco, pues, no sólo ha sido un gran teórico, un infatigable historiador, también ha sido un gran escritor y un maestro en el manejo de la palabra. El uso de la referencia cinefílica, los juegos intertextuales, la descripción exhaustiva y detallada en perfecta comunión con lenguaje que casi siempre bordea lo poético, el sentido lúdico de sus afirmaciones, sus a veces desconcertantes neologismos, la utilización de pertinentes figuras retóricas de enorme aliento sarcástico y, sobre todo, el uso de la ironía, la broma demoledora, el humor más desarmante que dan cuerpo y forma a sus rigurosas argumentaciones, hacen de la lectura de sus textos, acuerdos o desacuerdos aparte, un verdadero ejercicio placentero, un verdadero goce, igual o mayor que la película que ha sido motivo de tal despliegue verbal.
Para comprobarlo basta con sumergirse y dejarse llevar por la lectura del libro La herética del cine mexicano ( Ed. Planeta, 2005). Y no sólo por éste, sino por todos los libros que componen el paquete completo. La herética del cine mexicano es la octava entrega, la octava parte del proyecto/estudio/investigación sobre el cine nacional emprendida por Ayala Blanco desde 1968. Proyecto definido - e aquí nuevamente el uso lúdico de la palabra- como una suerte de abecedario, donde cada letra ha sido un concepto, y. por lo tanto, una nueva perspectiva a través de la cual abordar la historia de nuestro cine en sus diferentes etapas. Como sigue: la A de aventura (1931-1967) / La B de búsqueda…(1968-1972) / La C de condición…(1972-1984) / la D de disolvencia…(1985-90s) / La E de eficacia…(la segunda mitad de los 80s)/ La F de fugacidad…(1993-1998) / la G de grandeza…(finales de los 90s principios del 2000)…
Y La H de La herética del cine mexicano En esta ocasión el libro es un diagnóstico de la producción cinematográfica durante los ingratos años del foxismo; es un análisis exhaustivo de las obras mayores, menores y mediocres que durante ese período pudieron realizarse aunque no necesariamente pudieron ver la luz mediante las muchas veces improbable exhibición/distribución; es elogio y escarnio de una cinematografía, la nuestra, que pese a todo, con cualidades y defectos, ha podido sobrevivir a duras penas y de forma accidentada; es un registro detallado de la actividad cinematográfica toda en todos los formatos y géneros posibles aunque muy poco de –válgame la cacofonía- todo o prácticamente nada nos haya llegado (largometraje o cortometraje, película o video, ficción o documental, obras logradas o vergonzantes películas fallidas, películas-evento o insólitos productos que sólo circularon a través de circuitos subterráneos o mediante la casi siempre bienvenida piratería).
La herética del cine mexicano esta compuesta, en su mayoría, por textos inéditos, textos que fueron concebidos exclusivamente para alimentar este trabajo. Pero, inéditas también pueden resultar para nosotros la mayor parte de las películas sobre las cuales se habla. Esto se debe principalmente, al grave problema de distribución y exhibición al que se enfrenta el cine nacional, problema que se acentúa en territorios como el nuestro donde la oferta de exhibición es mucho más estrecha. Esto, creo yo, no representa problema alguno. Los diferentes ensayos que dan cuerpo al trabajo se dejan leer bastante bien; además, como sugería en una ocasión José Felipe Coria, a veces es mejor leer la crítica de Ayala Blanco que ver la película. ¿Leer la crítica antes que o en lugar de la película? Parecerá una contradicción, pero con críticos como Ayala Blanco el asunto funciona bastante bien. (Por José Abril)