Friday, May 26, 2006

El glamour de la locura...


En 1950, Billy Wilder (quizá el más moderno y audaz de los clásicos hollywoodenses) nos ofreció una obra maestra: “Sunset Boulevard”¸ un melodrama obscuro, casi gótico, y agudo como pocos donde su autor reflexionaba en torno a la locura, el horror de ser olvidado y a ese entierro en vida que muchas veces la decadencia puede simbolizar. El marco de la historia: un Hollywood, el de siempre, que toma y deshecha, “talentos” según la lógica de la oferta y la demanda, de la juventud que se acaba y que deja de ser rentable; la protagonista: Norma Desmond (Una genial Gloria Swanson, entre el exceso camp y el desquiciamiento inquietante y abrumador), una actriz ya madura, otrora famosa en el cine mudo, desechada y olvidada con el advenimiento del cine sonoro, enclaustrada ahora, en delirio perpetuo, en su tétrica mansión convencida de que el tiempo no ha pasado y que su regreso triunfal a la pantalla grande está muy próximo. Con la película Wilder desarrolló una de las más geniales y terribles críticas sobre Hollywood, mediante un estilo que lo ubicaba entre el más sombrío expresionismo alemán y una puesta en escena de agobiante y decadente barroquismo. Nunca antes –ni después- un realizador había descendido con suprema elegancia y a la vez con tanto cinismo a las criptas de la fábrica de sueños para poner al descubierto un puñado de cadáveres, inconscientes de su caducidad, suplicantes de una fama que les fue arrebatada.

Las nuevas generaciones quizá sepan poco o casi nada de esta película. Ya saben: muchas veces, el snobismo imperante, perezoso para volver la vista atrás, suele considerar muy poco “modernas” las películas de antaño. No está demás, entonces, poner a prueba a esta nueva “cinefilia” :

Cuál fue la película que según David Lynch, le inspiró para encontrar la fotografía de “Eraserhead” (1974)

Cual fue el modelo de actuación que tomo Fassbinder para construir a sus patéticas heroinas de “Martha” y “Las amargas lágrimas de Petra von Kant”


De dónde tomo Sam Mendez la idea de presentar su “Belleza americana” como el raconto de un cadáver

Qué película homenajea Gus Van Sant, cuando hace que Nicole Kidman se sienta vivificada ante fotógrafos de nota roja en la película “To die for”


De dónde tomó John Waters el “I’m ready for my close up, Mr. Demente” que un tanto enfadada dice Melanie Griffith en la última secuencia de “Cecil B. Demente”

Y, claro está, de dónde proviene la ya célebre frase: “I’m ready for my close up, Mr. De Mille”

Si no saben las respuestas, vayan entonces a ver “Sunset boulevard”, que exhiben El ojo en la cerradura y el Cineclub La Casa, en la Casa de la Cultura, este 27 de mayo, a las 18:00 hrs. Los esperamos.
(José Abril)

Wednesday, May 17, 2006

Los olvidados reloaded

El azar siempre termina por beneficiarnos. Y el azar, digo, porque no creo que la cartelera local –la de Hermosillo-, cuando manifiesta ciertos guiños de “buen gusto” sea por voluntad propia de quien desde aquí administra el negocio. El comentario viene a cuenta por un acontecimiento bastante extraño, atípico diría yo, aunque bastante afortunado. Se trata del sorpresivo reestreno, en cierto cine de la localidad, de la película mexicana Los olvidados (México, 1950), de Luis Buñuel. Digo, acontecimiento extraño y atípico, porque no es nada común que en nuestros cines se abran espacios a películas del pasado, a menos que sea mediante el muchas veces mediocre remake, o que faciliten la proyección de clásicos que sólo parecen tener presencia y permanencia en la televisión como productos de relleno, y es más extraño todavía que estas películas se mantengan en la semana de exhibición de rigor como cualquier estreno de actualidad. En fin, el caso es que Los Olvidados, se reestrenó el viernes pasado ¿Cuál es el origen de esta genial idea? lo desconozco, pero creo yo es digno de celebrarse. Por primera vez, pues, se nos presenta la oportunidad de apreciar un gran clásico del cine mexicano y una obra maestra de la cinematografía mundial como se debe, en las condiciones requeridas: en el cine, en pantalla grande, favorecido tanto por las nuevas tecnologías de reproducción de sonido como por las técnicas de restauración. Y aunque Los olvidados quizá sea una película que ya se ha visto repetidas veces en la televisión, creo que la experiencia de verla en una sala de cine es totalmente otra, muy diferente, muy superior.
Los olvidados, es una película que Luis Buñuel realizó en 1950, y es quizá la primera película importante que el cineasta español dirigió durante su larga estancia en México. Buñuel había arribado a México a principios de los 40s y sus producciones, a su llegada, no distaban mucho de los convencionalismo de una cinematografía, la nacional, muy proclive a los melodramas y comedias rancheras bastante inofensivas. Con Los olvidados, Buñuel ofreció un giro de gran desconcierto, por ello la película fue menospreciada en su momento e incluso fue considerada ofensiva para el país.
Y es que la propuesta de Buñuel no era en absoluto complaciente, no había concesión alguna. Su visión sobre la miseria, sobre la pobreza, era –es- bastante dura, directa, amarga y pesimista. Muy lejos de la ingenua visión de Ismael Rodríguez, que en sus populares melodramas -la saga de Nosotros los pobres (con pedro infante)- planteaba la pobreza como una condición redentora, Buñuel, con Los olvidados, oponía esta historia que no solo exhibía –y exhibe- la dura miseria de un grupo de jóvenes y niños de algún barrio defeño disminuidos por la pobreza extrema, sino que evitaba en esa exhibición la menor complacencia sentimental e hipócrita. Buñuel ponía de manifiesto, en esta historia, que la pobreza no es un estado de gracía, no redime a nadie, todo lo contrario: corrompe. Tales ideas fueron el motivo del repudio generalizado contra la película…y no es hasta que Buñuel es premiado con la Palma de Oro en el festival de cine de Cannes, que la película empieza a ser considerada por el público y la crítica del País.
Si bien la versión que se proyecta ahora en nuestros cines no ofrece cambios sustanciales, salvo aquellos cambios técnicos generados por la restauración (me refiero a la mejoría que se ha hecho de la fotografía de Gabriel Figueroa y de la limpieza de la banda sonora) y el extra de un final alternativo, mucho más alentador, es una muy buena oportunidad para las nuevas generaciones de conocer la película, y para los que ya la conocen, la oportunidad de corroborar su vigencia tanto en su forma como por su contenido: Los olvidados vista hoy fácilmente permite pensar que de 1950 a la fecha las cosas no han cambiado mucho en el panorama nacional.
Si no la han visto corran a verla porque es probable que para el viernes desaparezca para refugiarse nuevamente en la televisión. (José Abril)

Thursday, May 04, 2006

Terror con minúsculas

Una nueva oleada de películas de terror están llegando a nuestras carteleras y lo que ofrece no se ve nada prometedor. El bombardeo publicitario del que son motivo (Hostal, principalmente), los supuestos escándalos que han cosechado y la tramposa clasificación que se les ha adjudicado (ni A ni B ni C…¡Una escandalosa D!) no hace mas que generar una sobrevaloración a priori de productos que en realidad no valen mucho. Como sigue:

Hostal (E.U. 2006). El Segundo largometraje de Eli Roth cuenta la trágica desventura de un par de jóvenes norteamericanos recorriendo Europa, que, dejándose llevar por su calentura (en busca de las mujeres más candentes del viejo mundo), terminan como bestias sacrificables a disposición de millonarios frecuentadores de un sórdido y exclusivo club que facilita el placer de torturar y asesinar jóvenes turistas de todo el mundo que, pobres incautos, llegan a ese recóndito lugar en alguna recóndita parte de la –fría y miserable, según la lógica de la película- Europa del Este.

Aburrido, plano y fallido ejercicio de crueldad más física que psicológica que basa su ineficacia en una torpe estructura dramática, carente de progresión (la película es demasiado larga en su planteamiento y lo supuestamente terrorífico e interesante tarda en aparecer para girar en una especie de círculo vicioso), en un inseguro y débil trazo de personajes (la idea inicial de los protagonistas como la caricatura de una actitud turística típicamente “gringa” no se sostiene; la presencia del verdugo como alguien de terrible peso a pesar de su ausencia nunca se establece) y de unas motivaciones tan pueriles que sólo dan risa (los jóvenes deciden atravesar Europa con el único y firme propósito de ¡tirarse una buena hembra!; el verdugo, por su parte, se dedica a la tortura bajo una justificación de dudosa contundencia: “nunca me permitieron ser cirujano”). Así, Roth solo consigue un producto predecible -de cierto tufillo moralista por cierto-, que no atemoriza en lo más mínimo, a lo mucho incomoda por el dolor que sugiere en ciertos momentos, incomodidad que como efecto no permanece, de inmediato desaparece ante el tono uniforme que la repetición impone (Si gustan ver una obra sádica que atemorice, inquiete, incomode en todos sentidos ver esa maravilla de Takashi Miike llamada La audición). Lástima: La cabaña sangrienta (EU. 2004), el primer largo de Roth, había sido un buen comienzo: en esta sí había ironía, mala leche y hasta cierta dimensión alegórica.

Reeker (EU, 2005). Película de Dave Payne que cuenta la historia de un grupo de jóvenes que se ven obligados a pasar la noche en un motel abandonado en medio del desierto; ahí, uno a uno perecerá a manos de un extraño ente etéreo y hediondo como pedo, que toma forma corpórea de vez en cuando para parecerse a un Darth Vader de bajo presupuesto.
Para acabar pronto: ni el hotel ni el pestilente remedo de Darth Vader existieron porque todo había sido una alucinación producto del estado agónico de los personajes víctimas de un mortal accidente de carretera. Y al final uno se pregunta ¿Dónde he visto esto antes? Mediocre película que confirma que al género han llegado nuevos clishé: el de la transición a la muerte como una dimensión donde confluyen personajes y situaciones para confundir innecesariamente al espectador.

Mediocre historia carente de originalidad tanto en las situaciones como en la construcción de sus personajes; de aquí que uno se quede con la sensación de estar viendo una derivación tardía de Viernes 13 (la primera) o Pesadilla en la calle del infierno (Cámbiese el campamento por el motel abandonado, cámbiese la existencia onírica y a la vez omnipresente de Freddy Kruegger por la de este asesino que aparece y desaparece a su antojo con manos no de afiladas navajas como dedo sino de instrumentos propios de una batidora). Mediocre director el tal Payne, que no supo encontrar, por lo menos, un diseñador mucho más capaz para construir la apariencia de su asesino sobrenatural, la verdad bastante chistosa, digna de nuestro entrañable Alfonso Corona Blake.

(José Abril)