Monday, December 19, 2005

TRASH GIRLS


Aunque el pasado cinematográfico de John Waters trascendió gracias a esa peculiar obra maestra del mal gusto llamada Pink Flamingos (EU, 1972), el genio de este incorregible cineasta dio para más en toda una serie de películas, prácticamente desconocidas, del primer y mas controvertido período de su filmografía; tal fue el destello de los Flamingos rosas, que sus creaciones posteriores fueron opacadas, y lamentablemente, porque en ellas podemos encontrar atisbos de genialidad chocante superiores a sus precedentes y constatar, también, el proceso de maduración de un Waters que para bien de nosotros y para mal de las buenas conciencias sigue en activo. Una muestra de ello es Female Trouble (EU, 1974), película que si bien no logró la popularidad subterránea de Pink...sí se mira hoy, después de 30 años, como el inicio de un Waters, quizá menos visceral pero con un sentido cinematográfico más depurado y unas ideas más organizadas.
El realizador debió esperar dos años para entregar esta comedia de mujeres en problemas. Utilizando el mismo equipo de actores y haciendo eco al humor vulgar e irreverente de Pink Flamingos, Female trouble fue una variante más de las sandeces que la musa Divine (la primer y única Drag Queen –sin anorexia- que el cine nos ha dado) puede perpetrar. Aquí Waters apostó nuevamente (tanto como lo ha hecho hasta ahora) por el elemento femenino como una presencia de choque, que invoca lo grotesco, escatológico y violento para dominar a sus anchas (en sentido literal y figurativo), el peculiar universo que sólo este maestro ha sabido concebir.
Ahora Divine ha cambiado el nombre de Babs Jonson por el de Dawn Davenport, ahora ha dejado de ser la Diva trash y bizarra que genera envidias y come mierda de perro, para no dejar dudas sobre su reputación, para convertirse en una “Gran Diva Trágica” a la que como buena heroína melodramática le pueda pasar de todo: de adolescente abandona su hogar, es violada, embarazada, es convertida en madre soltera que tiene que trabajar de prostituta, se entrega a la delincuencia, tiene una hija subnormal que le hace la vida imposible, y termina sus días, como una autentica performer delincuencial, en la silla eléctrica, convencida de que "el crimen es la belleza".
Lo de trágico y melodramático es un decir, porque Female Trouble, sigue apreciándose en realidad como un divertido muestrario de atrocidades y perversiones a manos de la típica fauna de freaks de este peculiar demiurgo. Si bien, como comentaba anteriormente, la película no guarda sorpresas de extremo mal gusto, sí manifiesta cierta maduración en Waters: en comparación con Pink, Female Trouble contiene gags mucho más logrados, las situaciones estan mucho más articuladas, la historia tiene un cuerpo más definido y hay personajes con motivaciones más claras (aparte del de Divine que solía ser el epicentro). Era obvio, Waters empezaba a pasar de ser figura a genio sin que esto significara la pérdida de su fétido encanto.
De seguro, cuando Pedro Almodóvar destapó su guarro pasado cinematográfico ofreciendo Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (España, 1981), Waters sonreía plácidamente en algún lugar de su adorado Baltimore, su infierno chico. Larga vida pues a las chicas sucias, feas y malas que hacen de su vida un eterno problema en esta cinta insuperable.(por Jose Abril)

(Nota para los interesados: cierta empresa transnacional afincada en nuestra ciudad Hillo, dedicada al comercio de renta de películas en video y DVD, ha recibido una enorme cantidad – pero enorme, no exagero- de DVDs región 1 -o sea de factura gringa- con abundante material cinematográfico clásico y contemporáneo que no tiene desperdicio alguno. Entre todo ese banquete se encuentran Pink Flaminfgos, Female Trouble y la muy menor pero intresante Desperate living, la trilogía sobre la guarrez femenina de Waters…He aquí pues el motivo del texto arriba expuesto)

Sunday, December 04, 2005

Mar de muuucho sueño

No sé si recuerden que Hace varios meses la prensa local celebraba la presencia de todo un equipo de producción instalado en las playas de San Carlos, para la filmación de una película de posible proyección internacional. En ese entonces las notas periodísticas manifestaban lo importante del uso de territorio sonorense como locación cinematográfica, y principalmente enfatizaban con bastante entusiasmo el origen sonerense del responsable de todo esto, el joven realizador José Bojorquez, obregonense para más señas, que con el apoyo de TV Azteca encabezaba tal proyecto…Bueno, ahora esta producción nos llega bajo el título de MAR DE SUEÑOS y, sorpresivamente, se ha instalado con bastante éxito de público en nuestras carteleras: este debut cinematográfico de Bojorquez ya va para su cuarta semana de exhibición, algo que podría extrañar a los más suspicaces si consideramos la negra suerte que suelen correr las películas de factura nacional frente a los espectadores locales.
Pero, seamos realistas, este aparente éxito muy poco tiene que ver con lo que la película ofrece, que francamente no es mucho.
Me explico: a consideración personal, Mar de sueños es una película mala por donde quiera que se le vea, No tiene valor alguno que la sostenga ni como producto de distracción ni mucho menos como propuesta estética. Como lo primero es demasiado aburrida y plana. Como lo segundo es extremadamente pobre.
En el plano del contenido Mar de sueños es la historia de una bella joven que, se dice, ha sido bendecida por el Mar y el Mar la proclama como suya, como su propiedad. De aquì que la joven como una ungida pueda por un lado traer suerte a los pescadores de su pueblo, siempre y cuando la respeten y la quieran bienintencionadamente, o de plano, por otro lado, traer la tragedia para aquellos que la cortejen, porque el solo hecho de desearla o enamorarse de ella provocaría los celos y la ira de ese Mar despechado capaz, incluso, de manifestar su berrinche sentimental en forma de tsunami. A partir de esta premisa un tanto delirante, Bojórquez desarrolla una historia que oscila entre el absurdo y la sensiblería, la cursilería pues para ser más directos. Un absurdo involuntario y accidental generado por un realismo mágico que en el campo de lo literario tal vez funcione, pero resuelto en términos de acciones concretas como lo exige el cine, se muestra torpe y burdo, y un sentimentalismo, que se desborda y se torna mucho más irritante si pensamos en el énfasis que Bojórquez, perdiendo toda proporción, hace a través de una música sobre utilizada.
Por otro lado, la puesta en escena aunque pretenciosa es bastante limitada, pues en términos visuales la película parece alimentada por las fantasías de un realizador que ostenta la mentalidad ingenua de un turista y es esa visión de turista la que idealiza y sublima algo que desconoce totalmente, como, por ejemplo, la realidad misma de las comunidades pesqueras o que tergiversa, por pretensión estética e incluso por ignorancia, las tradiciones y costumbres de un pueblo.
En cuanto a la dirección, Bojórquez ha sido incapaz de lidiar con unos actores que manifiestan a lo largo de todo el metraje su novatez, un defecto, por cierto, que se agudiza por un inglés pésimamente hablado, y al que ni siquiera se escapan actores veteranos con mucha más experiencia como la brasileña Sonia Braga o las mexicanas Tina Romero y la resucitada Angélica María.
Recuerdo que Bojórquez ante la prensa trataba de dar al asunto una justificación de corte antropológico, señalando que su objetivo era rescatar y recrear esos mitos y leyendas propios de nuestra cultura, pero Mar de sueños dista mucho de ser eso, porque lo que ofrece en realidad es sólo un melodrama muy menor con irrisorios tintes fantásticos muy alejado de nuestro imaginario popular.
¿Y el éxito, a qué se debe entonces? Al respecto tengo una hipótesis: el regionalismo arraigado en nuestra ciudad es de tal peso que puede provocar la pérdida de objetividad del hermosillense medio ante tales trabajos y condicionar su gusto a sobrevalorar algo que tiene muy poco de rescatable…Ni siquiera como comedia involuntaria funciona…Y miren que hay películas que en sus propios defectos radica su encanto. (Jose Abril)

Friday, November 18, 2005

He lost control...

El pasado mes de mayo se cumplieron 30 años de la muerte de Ian Curtis, uno de los iconos fundamentales del rock y uno de los artistas más emblemáticos e influyente de las tres últimas décadas del siglo pasado. Este año que ya agoniza es el de su aniversario luctuoso. Tal vez ignoren quien es el tal Curtis o tal vez lo conozcan de sobra, de cualquier manera, no estará de más decir que Curtis fue lider de Joy Division, banda que supuso una transición entre el punk de mediados de los setenta y el rock britànico de los incipientes ochenta, fue un genio musical de personalidad sombrìa: introvertido, incisivo, obsedido siempre por la muerte de aquellos que admiraba, curiosamente artistas la mayorìa de ellos suicidas, y portador de una visión fatalista, reflejada en sus letras cargadas, siempre, de una poesía obscura y pesimista. Aquejado por una epilepsia progresiva decide terminar con su vida el 18 de mayo de 1980 a los 23 años de edad. Para más señas: la banda que formó en el revulsivo Manchester de finales de los setentas –Joy Division- hoy la conocemos e identificamos como New Order.
Es en este año, cuando, a manera de homenaje, se decide realizar un proyecto cinematográfico sobre su vida. La base del proyecto es la biografía que la propia viuda de Curtis, Deborah, publicó bajo el sugerente título Touching from the distance. La dirección corre a cargo de Antón Corbijn, una selección inteligente si tomamos en cuenta que Corbijn fue, durante la breve existencia de Joy Division, su fotógrafo oficial.
No es la primera vez que el nombre de Ian Curtis y el de su grupo Joy Division se relacionan con el mundo del cine. Ya en el 2003 el británico Michael Winterbottom había realizado una película que nunca se estrenó en nuestras carnavalescas y superkitsch salas de cine pero sí logró colarse vía DVD bajo el título de 24 hours party people. En realidad la película no se centraba ni en Curtis ni en la banda, sino en la figura de Tony Wilson, extravagante personaje que era a la vez periodista musical, empresario e impulsor y representante de aquellas bandas que estaban emergiendo en el Manchester de finales de los setenta como los propios Joy Division o los Happy Mondays. La película resultó una ingeniosa biografía, pero también una mirada muy ilustrativa a ese Manchester que desde los setentas hasta los noventas permanecía como testigo de los cambios que la música y sus usos manifestaba: desde el punk proveniente de Londres hasta la llamada cultura de club que se establece con la música electrónica, pasando por el post-punk, el gótico, la new wave y el tecno. Es precisamente en la primera parte del film donde el director nos permite echar un vistazo, un tanto apresurado pero significativo a Ian Curtis y Joy Division; en breves minutos nos enteramos de la génesis del grupo, de la dinámica entre sus integrantes, de la personalidad taciturna de Curtis, de ese carácter a veces bizarro que adquirían sus conciertos debido a los ataques de epilepsia que Curtis sufría sobre el escenario, a mitad del espectáculo, y a ese inevitable final de la banda después del suicidio de su vocalista. La película en su conjunto, independientemente de que conozcamos o no sus referentes, no tiene desperdicio: vale como un documento visual y musical del Manchester de aquellos años, ingeniosamente complementado en gran parte con numeroso material de archivo.
En fin, es probable que pase buen tiempo antes de ver la biografía cinematográfica de Curtis en nuestras pantallas…es mucho más probable que ni siquiera llegue…pero en caso de estar interesados en el asunto Curtis o Joy Division pueden buscarse la película de Winterbottom, que como fuente de consulta es bastante interesante y recomendable. (Josè Abril)

Monday, November 07, 2005

9º tour de cine francés en México

Solamente los imbèciles y los snobs irredentos asisten al cine como un deber cultural…
Jorge Ayala Blanco

Por novena vez nos llega una pequeña muestra de lo que cinematográficamente se hace en Francia. Y aunque no hay mucho de que sorprenderse, la muestra sirve para darse cuenta de dos cosas: 1) que la frivolidad no es exclusiva del cine “made in Hollywood”, y 2) que aun quedan bastantes incautos que creen que el cine hablado en cualquier idioma que no sea el ingles (y más aun con acento gringo) adquiere automáticamente la etiqueta de “cine de arte y ensayo”…Snobismo ingenuo: resulta curioso como en este tipo de eventos (incluida la “Cámara alternativa” de Cinemark) acude gente que desprecia ir a nuestras carnavalescas e hiperkitsch salas de cine cualquier miércoles de 2 x 1 o cualquier fin de semana para reservarse mejor la proyección de esa película con título y actores de nombre impronunciable, como quien cuida alimentar su currículum, sin percatarse de que lo que están presenciando puede ser tan malo como lo que nos presentan esas obras que por pura maraña ideológica desprecian. De las siete películas, sólo vi cuatro; ni modo, ir al cine hoy resulta muy caro, y para la selección me dejé llevar por mis prejuicios… es precisamente de las cuatro que vi de las que a continuación van mis apreciaciones. En orden de importancia, como sigue:

Las fantasías de Lila (2003). Realización de Ziad Doueiri que presenta la crónica sentimental de Chimo, joven de origen árabe deslumbrado por Lila, lolita de barrio marginal que con su belleza y personalidad sexualmente desenfadada trastoca la vida cotidiana de quienes la rodean. Fresca y emotiva historia del primer amor, un amor que se malogra y en su amargo desenlace los implicados encuentran su doloroso y repentino paso hacia la madurez. Retrato de dos personalidades adolescentes diametralmente opuestas pero inevitablemente complementarias, que en su reconocimiento mutuo encuentran la experiencia iniciàtica que les pondrá los pies sobre la tierra. Aunque la historia se centra en Chimo, el interés en general se desplaza a Lila: personajes femeninos tan vigorosos y desarmantes como el de ella pocas veces se han visto en el cine francés (digamos que es una suerte de Amelie pero menos ñoña y mas cachonda y maliciosa como evocando a la Brigitte Bardot de Y Dios creo a la mujer de Roger Vadim).

La dama de honor (2003). Realización del ya veterano y también ya clàsico Claude Chabrol que narra la enfermiza relación entre Philippe, disciplinado joven clasemediero, y Senta, enigmática y obscura mujer en extremo demandante de atención y cariño. Como ya es su costumbre, Chabrol toma como pretexto una típica anécdota de thriller (en este caso una novela policíaca de Ruth Rendell) para desarrollar inquietantes retratos de personajes obsesivos, marcados por pasiones que los ciegan, en las que encuentran su extravío y perdición. Pese al argumento, no hay suspense porque lo que interesa a Chabrol es contemplar, como agudo entomólogo, el abismo que el ingenuo y encantado Philipe se va construyendo a si mismo ante las solicitaciones cada vez más siniestras de ese –ahora sí- su obscuro objeto del deseo.

Ducha fría (2004). Realización de Anthony Cordier sobre los agotadores días de entrenamiento de Mickael, un joven que aspira ser un campeón de judo. Pretenciosa y reiterativa película que gira en torno a un mismo punto sin encontrarle ninguna variante, salvo el trío eròtico-amoroso que el protagonista establece con su novia y su mejor amigo y que el realizador incluye flojamente, sin sólida base dramática, para darle a su especie de versión francesa y adolescente de Rocky la trascendencia que no parece alcanzar con la sola exposición de las repetidas horas y los días de entrenamiento del protagonista.

Agentes secretos (2004). Realización de Frederic Schoendoerffer que gira en torno a un grupo de agentes secretos que sufren la traición del organismo para el que trabajan. Confusa y complicada película de espionaje, barroca en su construcción dramática, torpe en su progresión y con un arranque que parece nunca terminar. La película es de esas que se esmeran por demostrar que los franceses son capaces de realizar películas tan hollywoodenses como las del propio Hollywood (véase las últimas obras de Lucc Besson y la mayor parte de las películas protagonizadas por Jean Renno). ¿Lo bueno?: 1) siempre es de agradecerse ver trabajar al tandem Cassel-Bellucci, 2) es la primera vez que se ve (por lo menos en mi caso) a Monica Bellucci en un personaje –irónicamente, dado el tipo de película- con muchos más matices y lejos de los personajes en la que se ha encasillado (o sea de puta o en plan de atractivo visual)

Tuesday, October 25, 2005

MORRISEY


Después de siete años de inactividad discográfica, Morrisey regresa con You are the Quarry, un disco que si bien no presenta giros sorpresivos demuestra que el ex-lider de los Smiths, sabe mantenerse en forma y fiel a sí mismo sin hacer concesiones a modas y tendencias musicales (por lo menos se resiste a envejecer en plan de baladista como lo han hecho David Ferry o Sting). Si bien la producción corrió a cargo de Jerry Finn, responsable del acabado musical de grupos no propiamente poperos, canciones como Irish blood, English Heart y las confrontativas I have forgiven Jesus y America is not the world comprueban que este músico sigue siendo un excelente hacedor de pop-rock, de letras incisivas y poesía decadente. Para entendernos mejor, Morrisey sigue siendo Morrisey, y pésele a quien le pese- inclusive a él mismo- sigue siendo un buen y viejo conocido Smiths . ¿La reina ha muerto?..Eso esta por verse. (Josè Abril)

Thursday, October 13, 2005

Otras miradas...


El horror nuevamente deja de ser exclusividad del cine norteamericano. Y nuevamente, digo, porque años atrás otros países ya habían ganado prestigio en cuanto a sus contribuciones al género: en los 50 fue Inglaterra con la Hammer Productions, en los 70s Italia con el giallo y el cine hiperviolento de Bava, Fulci, Argento y demàs, en los 80s Australia y Nueva Zelanda con Peter Jackson a la cabeza. Ahora el asunto se ha despuntado de la mano de Japón principalmente y su creciente y popularizada producción de películas sobre espíritus letales, y, de menor impacto, de otros trabajos provenientes de diversos lugares de Europa. Del caso de Japón por el momento me reservo los comentarios, ya habrá ocasión para dedicarle algo. Por lo pronto me detengo en el caso europeo a propósito del paso por nuestras carteleras y videoclubes que estas producciones han dado recientemente. No está demás indicar de entrada que, irónicamente, el referente del cine de horror norteamericano -pésele a quien le pese, el mejor de todos- se mantiene. Como sigue:

Haute Tension (Aka: El despertar del miedo, Francia, 2003). Realización de Alexandre Axa que expone con lujo de detalles la masacre de una familia perpetrada por un sàdico asesino con el propósito de raptar, poseer, torturar y matar a una de las hijas del clan. Del matadero sólo una joven, la mejor amiga de la victima a punto de ser sacrificada, ha sobrevivido y es quien decide ir en su ayuda. La película tiene un giro de tuerca bastante abrupto pero muy irónico si consideramos el conjunto, pues es éste el que redondea esa idea de tributo a Hershel Gordon Lewis (especialmente el de 2000 maniacs) que se podía vislumbrar desde el inicio: se trata pues de un ejercicio de splatter autoconciente, políticamente incorrecto, con mucha sangre, mutilaciones, irritantes gritos de miedo y dolor, histeria femenina, misoginia y…ya mejor no digo nada porque la sorpresa final se puede sabotear.

Nochnoy Dozor (Aka: Guardianes de la obscuridad, Rusia, 2005). Realización de Timar Bekmambetov que pudo correr el riesgo de ser confundida con la muy jalada Constantine (Francis Lawrence, EU, 2003), de no ser por dos cosas: 1) no aparece la rígida cara del cada vez más inexpresivo Keanu Reeves, 2) ahora la guerra no es entre el cielo y el infierno, sino entre la Luz y la Obscuridad (así, con mayúsculas, más “conceptuales” ellos pues), tan abstracta que ni siquiera los personajes en la película pueden explicar que es lo uno y que es lo otro. Se trata de una pretenciosa y barroca producción que se salva precisamente por los muchos logros estéticos que dentro de sus abundantes recursos visuales podemos encontrar. La película, hay que reconocerlo, dentro de su apuesta por el exceso técnico ofrece varios momentos de verdadera poesía. La secuencia de animación que desarrolla en pocos minutos la triste historia de la princesa virgen maldita e involuntariamente propagadora de la tragedia vale casi toda la película.

The Machinist (Aka: El maquinista, España 2003). Realización del estadunidense Brad Anderson con capital español (catalán para ser más exactos) que ilustra el infierno personal provocado por la paranoia de un triste obrero de figura frágil y cansina. Extraordinaria e inquietante puesta en imágenes de los infinitos demonios y fantasmas que el peso de la culpa, el remordimiento, nuestro peor enemigo, puede liberar, dejándolos actuar de manera implacable a diestra y siniestra. Ejercicio de reminiscencia polanskiana (si pensamos especialmente en Repulsión y El quimérico inquilino) en el que cada detalle de apariencia intrascendente trastoca terriblemente la realidad encerrada en un sofocante y chamagoso departamento. Personalmente, creo que la parte final es demasiado explicativa y rompe con la ambigüedad que el mismo Polanski hubiera mantenido. Pero, como me dice un amigo, no todos quieren ser Polanski…En fin, basta ver la extrema esbeltez de Christian Bale para angustiarse durante todo el metraje.

Romasanta (España, 2004). Realización de Paco Plaza que fantasea sobre las andanzas reales de Manuel Blanco Romasanta, serial killer que convirtió la Galicia de la primera mitad del siglo XIX en lo que Perrault la hubiera soñado en caso de haber sido un poco más malicioso y torcido al concebir su Caperucita Roja. Retrato de un hombre que se soñó lobo y que vio en sus víctimas no solo su alimento, también su inagotable fuente de trabajo: grasa corporal para elaborar delicados jabones de tocador. Es también la crónica de una venganza y de una obsesión: la de la víctima que se odia así misma y odia a su verdugo por saberse enamorada de èl, ese quien ha sido la causa de su trágica y solitaria existencia. Plaza ofrece una imaginativa crónica que oscila entre el mito y la realidad, entre la iconografía típica del hombre-lobo que el cine tantas veces nos ha ofrecido y el retrato naturalista de una personalidad oscilante entre la razón y la locura. A resaltar dos cosas: las imágenes de los cadáveres, verdaderas obras de arte, y la actuación de Julian Sands inquietantemente hierático.

(Por Jose Abril)

Friday, October 07, 2005

LOW


Regresa el trío de Minesota con un nuevo disco y, sorprendiendo a sus fieles seguidores, con un sonido al que se les creía ajenos. Por lo pronto sus habituales melodías etéreas y desgarradoramente melancólicas forman parte de un paréntesis que Low ha decidido abrir; con The Great Destroyer presentan su cara más cruda y dura, su veta más rockera y eléctrica a lo largo de un viaje por trece cortes, un viaje que oscila entre la densidad a base de implacables riffts y su característica tranquilidad ahora màs espesa, cubierta de un eco inquietante y estridente. Ya habían probado con este sonido en Canadá, el sencillo que abría su LP anterior Trust (2002); la idea del disco pareciera intentar dar continuidad a la contundencia sonora de aquel tema, ya no en una sino en todas las canciones del trabajo, y aunque no superan la genialidad de Trust, The Great Destroyer resulta una experiencia musical bastante buena de principio a fin, sin desperdicio alguno. De entrada se escucha Monkey, una dura balada muy al estilo de la PJ Harvey del To bring you my love, y después, tratar de abandonar el recorrido, resulta prácticamente imposible … (José Abril)

Tuesday, September 27, 2005

Monday, September 26, 2005

Los muertos dicen que no...

George A. Romero ha sido bastante irregular en su trayectoria como realizador de películas de horror, pero, no hay duda, donde ha pisado fuerte, con seguridad y extraordinarios resultados ha sido en sus célebres –paradigmáticas- y ya clásicas entregas de películas sobre zombis. Es en ellas donde ha demostrado sus habilidades cinematográficas y su muy especial concepción del género, misma que le ha permitido adoptarlo como un filtro a través del cual puede mirar de forma crítica su espacio y su tiempo. Y es que Romero podrá haber fallado en algunos momentos de su carrera, pero nunca ha pecado de cineasta políticamente ingenuo; ha sido un agudo observador de la realidad, y sus películas sobre los muertos vivientes, se aprecian como alegorías incisivas de esa realidad. El comentario oportuno social y político, pues, siempre ha estado presente: el microcosmos definido por las tensiones raciales, de clase, de género y el desmoronamiento familiar que era aquella casa en medio de la nada y rodeada de muertos resucitados en La noche de los muerto vivientes (EU, 1968); el carácter básicamente consumista de la sociedad norteamericana castigado cruel y visceralmente por unos zombis que invaden un mall tomado como refugio en El amanecer de los muertos (EU, 1978); o el mundo subterráneo dominado por militares intransigentes en El día de los muertos (EU, 1985). El regreso de Romero a su tema tan querido, después de 20 años, con La tierra de los muertos (EU, 2005) es también, y para terminar pronto, un regreso a esa saludable perspicacia.
Ahora las cosas han cambiado significativamente: los zombis poco a poco van dejando su condición de autómatas antropófagos adquiriendo cierta conciencia, sus víctimas, los vivos, habitan una especie de isla urbana, lejos del alcance de su voraz apetito; en ella sobresale una enorme torre habitada por la clase económicamente privilegiada. Los pobres, los miserables, rodean, en el exterior, la torre con sus casas improvisadas. El dueño de esta ciudad, que recuerda en su división social y espacial a la de Metrópolis, es un ambicioso y despiadado magnate encarnado con maldad contenida por, claro está, Dennis Hopper, quien desde las alturas de su enorme edificio todo lo ve y todo lo controla.
Evidentemente la película se ofrece como un reflejo caricaturizado, irónico y exacerbado de la realidad norteamericana post-11 de septiembre. Romero, sin pudor, sin sutilezas, recurriendo a un argumento a veces delirante pero autoconsciente (hay momentos en la película que, siendo honestos, bordean el ridículo) y a una puesta en escena barroca y sanguinolenta, recrea una Norteamérica caracterizada por los vicios políticos por todos conocidos, y las motivaciones de los zombis ahora parecen estar estrechamente relacionadas con ello. En ese sentido, buena parte del valor de la película radica en sus connotaciones: el personaje de Hopper funciona como el retrato de un Geroge Bush desquiciado, necio, intransigente, arrogante y traicionero, y el hecho de que muera a manos de un par de zombis que en vida fueron marginados sociales (uno de raza negra, el otro de origen latino) no hacen mas que hacer mucho más precisos esos referentes.
Romero ha filmado con un espíritu que ya quisiera la nueva camada de cineastas jóvenes del género, casi siempre contenidos y autocensurados, estileros herederos del look fashion de la MTV. El cineasta no depara en sus impulsos descriptivos y explícitos en las escenas de violencia carnívora, y ofrece a su vez, no obstante la visceralidad, algunas imágenes de una elegancia y refinamiento inusitados (los zombis emergiendo lentamente del agua dirigiéndose a la ciudad en la nebulosa noche es, para mi gusto, uno de los mejores); otros son verdaderos detalles de cierto sadismo implacable: solo basta ver la desoladora parte final, la orgía de carne y sangre a la que han sido sometidos los pocos sobrevivientes que lograron escapar de aquella torre que los resguardaba con lujosa comodidad, escena, por cierto, que tiene mucho de humorada negra, con ecos de revancha de clase que provocaría la envidia de un Buñuel, tan interesado en la puesta en ridículo de ese discreto encanto de la burguesía, en caso de estar vivo y de haberse interesado en los caminos del gore.(Por Josè Abril)

Sunday, September 18, 2005

Queremos tanto a Nico


Nico antes que artista fue una leyenda, la viva imagen de la decadencia femenina en la escena del rock quizá mucho más que Marianne Faithfull. Pero eso no impide que se considere su contribución vocal, enorme hay que decirlo, en varios proyectos musicales de gran trascendencia en la historia de la música contemporánea. De aquí pues que su prácticamente ninguneo al momento de hacer una retrospectiva sea un tanto injusto. Nico fue algo más que la imagen y la voz de los primeros Velvet Underground, y el hecho de que haya batallado para ingeniárselas con el genio de esa otra femme fatale que fue Lou Reed no impide señalar su papel fundamental en ese gran teatro que es el rock & roll. Nico lo fue todo: Chica mimada de Andy Warhol, actriz efímera de Federico Fellini (en un breve papel en La dolce vita), amante ocasional de Jim Morrison, modelo de belleza impresionante que renunció a su fama por las pasarelas para entregarse mejor a su adicción a la heroína, jonkie y madre terrible que indujo a su hijo al mismo camino (el de las drogas pues) como único vínculo entre los dos, pero pocos recuerdan que Nico fue la dueña de una portentosa y grave voz, imperfecta pero enigmática, que entre canción y canción evocaba esa fría melancolía inherente a las lúgubres y sórdidas atmósferas del cabaret alemán en su sentido más expresionista. Como una irrefutable muestra de lo anterior y para fortuna nuestra ha salido a la venta un merecido disco recopilatorio bajo el sugerente título de Inocent & Vain. La recopilación reúne algunas de sus muy importantes contribuciones en varios proyectos: desde sus conocidas interpretaciones para la Velvet Underground (All Tomorrow’s parties, Femme Fatale) hasta sus colaboraciones con Brian Eno y John Cale, este ùltimo compañero personal y musical después de la Velvet… y productor de sus discos como solista, pasando por las interpretaciones a su muy particular manera de canciones de Bob Dylan (I’ll keep it with mine) y de The Doors (la muy tenebrosa versión en vivo de The End ). Nico, inocente y vanidosa, fue por siempre el primer gran crooner en un cuerpo de mujer que desde las sombras anunciaba su propia agonía. Irónicamente su agonía no tuvo el aura decadentemente prestigiosa de su vida: muere al caerse de una bicicleta en 1988, justo después de haberse retirado de sus vicios. (José Abril)

Wednesday, September 07, 2005

Gente felina

Fue Richard Avedon quien con esta foto colocó a Natasha Kinski como icono sexual en la década de los ochenta y en la órbita cultural de entonces, no sus colaboraciones con realizadores como Roman Polanski, Wim Wenders o Andrei Konchalovski como muchos piensan. Si bien, películas como Tess (Francia, 1980), Paris, Texas (Alemania, 1983) o Los amantes de Marìa (EU, 1984), lograron capturar el aspecto más frágil y vulnerable de esta actriz de mirada siempre triste, con personajes siempre varados en el desamparo, fue Avedon que –fotógrafo a fin de cuentas- pudo identificar la fascinación ambigua que el físico de la Kinski siempre ejercía. La foto, que a su vez era una suerte de paráfrasis visual de una célebre pintura de Franz Stuck, se presentaba como el registro de esa belleza gélida, fría, de rostro inagotablemente melancólico en el que subyace el instinto más primario, la sexualidad pagana, agresiva y animal. Quizá el único y el último cineasta que pudo captar a la actriz en ese mismo registro haya sido Paul Schroeder, en una película de la que ahora pocos se acuerdan y que un servidor acaba de redescubrir: Cat people (EU, 1982). Re-make de un clásico de los cincuenta, la película pudo apreciarse como una metáfora sobre la naturaleza animal del sexo, donde una pareja de hermanos –Kinski y Malcolm McDowell- tienen que lidiar con la dualidad de sus personalidades, por un lado la de personas normales y por otro la del aspecto animal que en ellas subyace, que se libera adquiriendo la forma de un agresivo leopardo al experimentar sus impulsos y deseos eróticos. La primera parte de la película sigue prácticamente los convencionalismos propios del cine de horror, marcados por un McDowell que tiene plena consciencia de su naturaleza, sin escatimar en el sadismo de sus actos sangrientos y que exige consumar el incesto a su reticente hermana aun reprimida para alcanzar la redención. La segunda parte es la mejor, y es donde Schroeder deja que Kinski actúe cargando esa ambivalencia de inocencia y perversidad, de víctima y verdugo sexual a un tiempo. La historia de horror cede pues su paso a la fantasía erótica de perversión sugerente. Irena o Natasha, que en términos simbólicos viene siendo lo mismo, renuncia a su condición virginal y proclama su condición bestial a su enamorado, un zoólogo empedernido, exigiéndole que la elimine o que libere su verdadera naturaleza a través de la copulaciòn. Desenlaces inquietantes sí los hay: el hombre preferirá a la bestia, y su reiterativo acto sexual será el rito establecido que permita a su amada mantener su forma animal.
Después de esta audaz película de horror, Natasha Kinski volvió a recuperar el personaje que hasta la fecha ha interpretado, el de esa mujer de suprema elegancia. vulnerable siempre, belleza con ciertas licencias para su vida erótica.
A propósito de bellezas gélidas: Buñuel ya había jugado con un icono similar a principios de los setenta. Catherine Deneuve se prestaba a ciertos juegos perversos en Bella de día (Francia, 1972), pero eso ya es boleto para otra función…(Por Josè Abril)

Thursday, September 01, 2005

Veamos Film Noir contemporàneo...

Uno de los gèneros que màs me atraen es el llamado cine negro, film noir diran los franceses, y es por eso que el cine club a mi cargo El ojo en la cerradura en colaboraciòn con el cineclub La Casa, de la Casa de la Cultura de Sonora, ha organizado un ciclo dedicado a revisar algunas de sus piezas importantes en su vertiente contemporànea. Las citas son a partir de este sàbado...Como sigue:

Perros de reserva
(EU, 1995)
Dir: Quentin Tarantino
3 de septiembre, 2005
Un grupo de asaltantes se enfrentan entre sì después de un fallido asalto. El grupo piensa que alguien de ellos los traicionó y no pararán hasta descubrir quién es. Brillante debut del ahora famoso realizador Tarantino, quien sorprendió con esta película gracias a una novedosa e ingeniosa construcción argumental y diálogos de un humor frío y desconcertante.

La última seducción
(EU, 1997)
Dir: John Dahl
10 de septiembre, 2005
Una joven ambiciosa huye de Nueva York después de haber robado una millonaria cantidad de dólares a su no menos ambicioso marido. Oculta en un pueblo, decide desarrollar un plan para deshacerse de su desquiciado marido y del joven con el que ahora se ha involucrado sentimentalmente, para poder disfrutar sola y sin ningún obstáculo del motín. Fascinante muestra de film noir actualizado, destacable, entre muchas cosas, por la seductora actuación de Linda Florentino, una auténtica Femme Fatal.

Cliente muerto no paga
(EU, 1984)
Dir: John Landis
24 de septiembre, 2005
Divertido homenaje al cine negro en su período clásico (1930-1940) con Steve Martin en plan de ocurrente detective privado. La película sorprendió en su momento por su montaje: son fragmentos organizados de películas viejas del film noir la que dan forma y cuerpo a esta original parodia.

Esperamos pues su asistencia a las funciones en la Casa de la Cultura de Sonora (domicilio conocido), a las 4:00 y 7:00 PM. Cover $10

Tuesday, August 23, 2005

Bergman


El pasado 14 de julio el cineasta sueco Ingmar Bergman cumplió 87 años de vida, larga vida que ha oscilado entre el teatro y el cine, sus dos grandes pasiones. Y que mejor forma de celebrar a uno de los grandes genios que el cine nos ha ofrecido que recuperar sus obras, maestras todas, para constatar de paso que es uno de los últimos grandes cineastas que aun nos quedan con vida. Esta idea de recuperación no esta muy lejana para nosotros, como sucedía 15 años atrás, pues con un azaroso y gran sentido de la oportunidad (de quien sabe quien, por cierto) nos llega vía DVD una formidable colección conformada por algunas de las grandes obras que este demiurgo infatigable nos ha ofrecido.
El séptimo sello (1957), Fresas silvestres (1957), Gritos y susurros (1972), Escenas de un matrimonio (1973) y Fanny y Alexander (1982) son las piezas de esta colección, por mucho incompleta (basta echar un vistazo a la filmografía del autor para corroborarlo) pero en definitiva una muy buena muestra del genio de este realizador sueco, que ha vuelto a mirar a través de su implacable cámara para realizar hasta el momento su ùltima entrega: Saraband (Suecia 2003), hasta ahora inédita secuela en nuestro país de aquella radiografía conyugal que era Escenas de un matrimonio.
Los cinco títulos sintetizan las obsesiones fundamentales del autor y las características generales de su obra. El cine de Bergman es de los pocos que reivindican la acción interior e introspectiva, más allá de la física, como móvil de la historia, un cine propio de una mirada fría y distanciada que contempla a sus personajes en sus infiernos personales. Hace algunos días un amigo me comentaba, después de haber visto Persona (Suecia, 1969), que Bergman filmaba sus película como si historias de terror se trataran. Y no hay nada de descabellado en tal aseveración. El cine de Bergman, es un cine de claroscuros que entre la indagación teológica, la reflexión existencialista y la disección psicológica, presenta su universo en el que coloca como epicentro los rostros de sus criaturas; en su cine, pues, el rostro es en si mismo la película, la base del argumento, el principio y el fin dramático; es en ese espació donde descubre paisajes de inquietantes y misteriosos caminos, de pasajes obscuros que conducen inevitablemente al alma, angustiada siempre ésta ya sea ante la relativa existencia de Dios, ya sea ante el vació que supone la muerte, ya sea ante la incomunicación, ya sea por su eterno conflicto consigo misma.
El de Bergman como el de Andrei Tarkovski (otro genio a recuperar) es de esos cines totales que no cuentan con parangón alguno. Construcción dramática y composición visual se presentan indisolubles para ofrecer varios de los sublimes momentos que la cinematografía mundial ha presentado; así lo constatan la inquietante secuencia onírica que da inicio a Fresas silvestres, la partida de ajedrez entre la Muerte y un Caballero en medio de un paisaje apocalíptico en El séptimo sello, el infierno retratado como una simbólica habitación roja donde cuatro mujeres se consumen por desesperación, enfermedad e incomunicación en Gritos y susurros o la secuencia climática de Fanny y Alexander donde por montaje paralelo lo cotidiano se transforma en pesadilla paradójicamente redentora para un par de niños que han pasado por un largo y doloroso proceso de maduración
Obviamente se echan de menos otras obras (la misma Persona, La hora del Lobo, El silencio por ejemplo) pero pensemos en estas cinco piezas como una primera entrega de una amplia colección. No hay pretexto, pues, celebremos –nunca es tarde- a este cineasta y si no hay dinero para comprarlas, las puede adquirir en renta en su videoclub mas cercano. ( por Josè Abril)

Wednesday, August 17, 2005

Nostalgia

. Posted by Picasa


Te extraño. Extraño tu andar por casa, el sonido de tus pasos, tu sonrisa en las mañanas. Extraño ese aroma al acercarte a mi, tu mirada siempre nerviosa, el modo casi susurrante al hablar. Extraño tu tartamudeo, tu timidez y sumisión casi sublime. Te extraño. Extraño hasta el ruido de tu llanto e incluso tu necia y testaruda idea de llevarme siempre la contraria. Te extraño…¡Por una chingada, te extraño! aunque muy en el fondo de ti sigas pensando que los asesinos nunca extrañan…

Foto: Cindy Sherman

Tuesday, August 16, 2005

Thursday, August 11, 2005

El lobo feroz

De seguro Perrault, Charles, el de los cuentos infantiles, nunca se imaginó que el hombre podría llegar a inventar algo como el cine y mucho menos que algo como este invento imposible para su época (el finales del siglo XVII) iba a manosear maliciosamente, cuantas veces se le antojara, su bienintencionada y muy popular fábula Caperucita roja y el lobo feroz. Y digo maliciosamente porque no me refiero a las adaptaciones más o menos fieles que se han hecho de este breve relato sobre la inocencia infantil expuesta ante la voracidad corruptora de una criatura despreciable y malintencionada (en este caso un lobo hambriento), sino aquellas que han representado variaciones y miradas irreverentes hacia su premisa. Irreverencia a veces involuntaria como la que se presentaba en nuestra versión mexicana del cuento en Caperucita roja y el lobo feroz (1959), donde el lobo era interpretado por Manuel “el loco” Valdez con cierta descontrolada lascivia. Irreverencia sexual como la que manifestaba Neil Jordan en su extraordinaria In company of Wolf (Irlanda, 1985), donde el lobo era un elemento de tensión erótica y motivo de iniciación sexual, o en su no menos interesante In dreams (EU,2000), reelaboración del cuento en clave onírica para dar forma a un thriller con psicópata travestido. Irreverencia desquiciante y negra como la que se ofrecía en Freeway (EU,1996), retorcida comedia dònde la legalmente rubia Reese Witherson era una lolitizada caperucita roja en plan de víctima abiertamente propiciatoria y el lobo feroz un psicópata en perpetua frustración cortesía de Kieffer Shuterland.
Variaciones más serias sobre el asunto la tenemos por ejemplo en El juramento (EU,2000), excelente thriller de Sean Penn, centrado en lo que simbólicamente es el personaje del leñador que salva a caperucita en el original: aquí Jack Nicholson da vida a un detective que se consume ante su incapacidad por atrapar a “el lobo” que violó y asesinó de manera despiadada a una niña, y en la clásica de Fritz Lang M, el vampiro de Dusseldorf (Alemania, 1931), donde un asesino de niñas representaba el caos en una comunidad.
De reciente aparición tenemos The woodsman (EU, 2004), de Nicole Kassel, y en comparación con aquellas representa cierta originalidad admirablemente riesgosa. Es quizá la primera, y por el momento la única, que, en relación a su referente (la fábula), se centra en el personaje que menos voz ha tenido en todas estas relecturas: El lobo feroz. Despojada de su dimensión de fábula, la anécdota se ubica en un ambiente de extremo naturalismo, poblado por personajes demasiado humanos. El punto central e hilo conductor: un extraordinario Kevin Bacon interpretando a Walter, un pedòfilo recién salido de prisión llevando a cuestas la culpa y el peso de sentirse despreciado por quienes lo rodean. Su historia será la de su itinerario cotidiano de contención erótica y autorepresión, dolorosamente consciente de las consecuencias de sus impulsos. Aunque la película padece de cierta construcción reiterativa en cuanto a su argumento y de personajes de forzada concesión (como el aparente violador de niños que será castigado por el protagonista: su hermano, su semejante), resulta una obra bastante interesante, de momentos muy logrados, el mejor de ellos: el encuentro de Walter con una niña –de simbólica capucha roja- en un parque y su nerviosa proposición indecorosa, un Walter que a su vez será desarmado emocionalmente por la propia niña al sugerirle ésta su condición de víctima de abuso sexual en el seno de su propia familia. Aplicando el simbolismo de origen The Woodsman, no obstante sus defectos, vale como el conmovedor retrato del Lobo en conflicto consigo mismo y en perpetua lucha contra su propia ferocidad. (Por Josè Abril)

The woodsman actualmente se encuentra en cartelera bajo el título de Crimen Inconfesable

Tuesday, August 09, 2005

Por culpa de la humedad


Cuando el juez le preguntó
Por qué tuvo que matar
Mona, seria, respondió
-Fue el calor y la humedad-

Me contaron que esperó
A la siesta de las tres
En una mano un cenicero
En un puño el corazón
Como una fruta madura su cráneo se hundiò

Sentada en el salón
Con el cuerpo a sus pies
Pensaba en que ella fue una vez
Joven, guapa y feliz
-Hubo un tiempo en el que yo
Había muerto por amor.
Hubo un tiempo en el que yo habría muerto por amor.-

Mona, calla, haz el favor
Mona, me haces enfermar.
Ramona, ven aquí
Que te voy a reventar.
Y si no hay nadie a quien culpar, culpemos a la
humedad.

Lo enterró en el jardín
a la sombra de un nogal,
justo donde suelen ir
sus dos gatos a orinar
-Esta vida iba a ser otra y algo salió mal.-
-Hubo un tiempo en el que yo habría muerto por amor-
-Sí, hubo un tiempo en el que yo…-

Nadie quiso saber más.
Me juraron que así fue.
Se quedó mirando afuera
Esperando al anochecer.
Y como a ocupar el lugar del sol.
La culpa fue de la humedad


Canciòn: Nacho Vegas, de Cajas de mùsica difíciles de parar (Limbo Star, España, 2003)

Thursday, August 04, 2005

Colmillos de mujer


Para algunos puede sonar exagerado, pero si el cine no hubiera puesto su excesiva atención en la extensa novela Drácula, de Bram Stocker, Carmilla, la corta novela de la cual vamos hablar, ocuparía el “reinado” que aquella obra literaria mantiene. Popularidad ganada gracias más a la insistencia del cine que a sus relativas cualidades literarias. Seamos justos, pues, sin afán de sobrevalorar, podemos decir que esta obra del irlandés Joseph Sheridan Le Fanu (Dublín, 1814-1873) supera a la novela de Stocker no sólo en edad (Carmilla fue concebida veinticinco años antes que Drácula) sino también en sustancia.
Le Fanu nos ofrece en Carmilla uno de los relatos más bellos y ambiguos sobre el mito del vampirismo (tal vez la primera gran novela sobre el asunto). No se trata de una pieza más sobre el horror que el personaje en cuestión pueda generar, sino de las posibilidades sugerentes, de gran audacia, que de su lectura se puedan extraer.
Narrada desde el punto de vista de la víctima, una joven aristócrata que al encariñarse con su nueva dama de compañía empieza a desfallecer, la novela nos ofrece una fascinante e inquietante historia de vampirismo femenino, pero el escritor con gran delicadeza, trasciende el tema y nos permite apreciar a Carmilla, ante todo, como la metáfora de una obsesiva pasión lèsbica, como una suerte de bitácora que da cuenta del proceso de enamoramiento que se establece entre Carmilla y su joven víctima; historia de amor oscuro cimentado en el ferviente deseo de una de las partes y la evidente fascinación que conduce a la debilidad y la alineación a la otra. En Carmilla la fagocitación emocional y el sacrificio se plantean como un extraño acto amoroso, de larga y lenta duraciòn, que busca como fin consumatorio la muerte.
De aquí que en Carmilla se perciba no un efecto de horror, pero sí de melancolía. Las atmósferas que logra Sheridan Le Fanu estan impregnadas de cierto romanticismo; en algunos pasajes se perciben alcances poéticos que hacen mucho más ambiguo el relato y algunos diálogos redondean la actitud letal, pero terriblemente amorosa y doliente de Carmilla ( …me creerás cruel y muy egoísta, pero el amor es siempre egoísta…Debes venir conmigo y amarme hasta la muerte; o debes odiarme, pero seguir conmigo, y odiarme a través de la muerte y después de ella...).
Ya para terminar: Carmilla ha sido motivo de tres o cuatro adaptaciones cinematográficas. A destacar dos casos ejemplares, ambos en extremos opuestos: el primero es Vampyr , una bellísima aproximación que C. T. Dreyer hizo allà por 1929 con el característico estilo poético del realizador. El segundo es Amores de vampiros, adaptación del asunto cortesía de la célebre productora Hammer ya en decadencia a principios de los setenta, explotando con más morbo y con más carne que sangre el asunto del lesbianismo, en este caso incitado por Ingrid Pitt, sensualoza actriz, famosa por su belleza y escultural cuerpo. La presencia de la actriz y la estética psicodélica le dan al film una dimensión trashy y camp bastante disfrutable. (Por José Abril)

Monday, August 01, 2005

Street Scene, San Diego 2005

Lo mucho mejor:

Pixies (màs vigentes que nunca)
Social Distortion ( un agotado Mike Ness que sigue sacando energìa cueste lo que cueste)
• El circo mágico-cómico-breve-musical de The Flaming Lips
Floggin Molin ( punk con mayúsculas y con mucho y buen sabor irlandés)
Kassabian (grupo que un servidor no conocìa pero…qué grupo!)

Lo decepción:

The White Stripes (con un en vivo de rotunda hueva, plano muy plano)
The Killers y Hot Hot Heat (grupos hechos para escucharse en discos, no màs)

Desconciertos:

• Kim Deal rogando a un Frank Black reticente, para que la deje cantar la canción de despedida (la imprescindible Gigantic)
Garbage, grupo idem, sorprendiendo con un directo de potencia y sonido extraordinarios, a pesar de lo uniforme de su repertorio y de la forzada guarres de su vocalista, ahora menos frashion que nunca.

C`est tout

Thursday, July 28, 2005

Freak Show


La modernidad tecnológica nos hace justicia. Esa maravilla que es el DVD nos ha permitido recuperar películas que ni los tiempos del casi ya caduco videotape nos ofrecía. Películas prácticamente destinadas al olvido ahora es posible revisitarlas y mejor aun reflexionarlas gracias al múltiple material extra (documentales, datos reveladores, comentarios complementarios) que en muchas de ellas se incluyen. Benditos sean pues los avances tecnológicos que nos permiten acceder a ese pasado cinematográfico que prácticamente permanecía inédito en la actualidad. Bueno, bueno… pero por qué tanto entusiasmo se preguntaran. Quien esto escribe -que es un comprador compulsivo de dvds y cds (cada quien tiene la terapia que quiere, ni modo)- se encontró con una extraordinaria edición de una obra maestra de la cual pocos se acuerdan: Freaks (EU 1932), clásico indiscutible del cine, dirigida por Tod Browning y una inquietante muestra de lo que fue el cine de horror mucho pero mucho antes de limitarse al regodeo sanguinolento y viscoso, al festín de los efectos especiales y maquillajes barrocos.
Freaks más que una película fue una experiencia extravagante, alucinante para todo aquel que presuma de cinefilia terrorífica, una pieza que tiempo atrás resultaba difícil conseguir.
La obra pertenece a la última, menos conocida y más lograda etapa de su director Tod Browning. El nombre del cineasta siempre se mantuvo ligado en la historia cinematográfica al de Bela Lugosi, pues fue él el responsable directo de la primera versión fílmica norteamericana de la historia de Bram Stocker (Dràcula,1931). Este éxito opacó en gran medida sus realizaciones posteriores, superiores en cuanto a logros estéticos y argumentales, que incluyen esta pesadilla circense y otro clàsico: Muñecos infernales (EU, 1936).
La ambición, la venganza, el castigo cruel se entretejen en una anécdota sencilla: una ambiciosa y bellísima trapecista de un circo que tiene como atractivo principal a un grupo de fenómenos (enanos, mujeres barbudas, hermafroditas, personas sin extremidad alguna, siameses y demás seres deformes), decide casarse con un enano con el fin de envenenarlo lentamente y robarle su cuantiosa herencia. El enano cae en la trampa, pero sus compañeros descubren las sucias intenciones de la bella y vulgar mujer que no ha ocultado en ningún momento su repugnancia hacia esas consideradas aberraciones de la naturaleza. Así, los fenómenos aludidos en el título deciden llevar a cabo un ajuste de cuentas, y cobran la altanería y los sucios sentimientos de la joven trapecista con lo que más a precia: su físico. Al final veremos a este personaje de fisonomía perfecta expuesta en la feria como un fenómeno más: su escultural cuerpo ha sido reducido a una masa deforme, reptando sobre la paja como una gallina de rostro lacerado , sin piernas, gimiendo, intentando huir de su jaula.
En su momento, lo primero que llamó la atención de Freaks fue la inusitada posición de Browning, que lo situaba al lado de otro singular y extravagante realizador: Eric von Stroheim. Desde el principio desechó la idea de trabajar con artificios, monumentales plastas de maquillaje, en pos de un naturalismo más inquietante. Decide filmar con “fenómenos” reales, asumiendo los riesgos histriónicos que ello implicaba. La idea de Browning funcionó bastante bien, ganando la película con ello veracidad y eficacia perturbadora. En gran medida sacò provecho de y explotó los mitos y temores populares que se crean en torno a estas criaturas, logrando una extraordinaria fàbula de cruel y sàdica –pero acertada- moraleja.
Con Freaks Browning iniciaba un subgénero del horror, el del circo y la feria como universos pesadillezcos , fortalezas del mal, de seres aterradores. Pero el suyo no era un terror gratuito, arbitrario, tendencioso. Inteligentemente el cineasta enfrentaba al espectador con sus ideas en torno a lo considerado aberrante o anormal, para al final obligarlo a replantear su visión haciéndolo experimentar el infierno al que sus propios prejuicios podrían conducirlo.
Por su buen tratamiento la película es una de las pocas obras del horror viejo que conserva momentos vigentes en cuanto a su eficacia. La escena de la boda entre la trapecista y el enano ha sido comparada con la boda de Marlene Dietrich y Jannings en El Angèl Azul (Alemania, 1930) de Stenberg, ambas de una crueldad insostenible. Los momentos en que la bella joven es asediada por los “fenómenos” que como criaturas nocturnas, sigilosas, bajo la lluvia vigilan sus movimientos están impregnados de una atmósfera angustiante. Y la imagen final de la mujer convertida en un nuevo freak basta para imaginarnos el horror y la cruel tortura fìsica a la que, elipsis de por medio, fue sometida por aquellos ángeles de la venganza. Otro logro: Browning prescindió totalmente de la música centrando sus aciertos atmosféricos en el puro aspecto visual.
Este extraordinario film ha servido de sombra a varios cineastas actuales. Algunas obras de David Lynch, Peter Greenaway, David Cronenberg o Clive Barker hubieran provocado la autoalagadora sonrisa de Browning en caso de estar vivo. (Por Josè Abril)

Tuesday, July 26, 2005

Aviador Dro: Nostalgia por el futuro


Aelita nos cuenta sus proyectos, nos habla del futuro/
Aelita habla de una ciudad orbital /
de todo un universo para colonizar…

Aviador Dro

Para quienes vivimos musicalmente los ochenta, el tecno hispano (género musical ochentero por antonomasia) siempre tuvo cara de Mecano; no del juego sino del trío español conformado por los megalómanos hermanos Cano y la agudísima y nasal voz de la otrora deslabiada Ana Torroja: letras rimiosas, de contenido abierta e irritantemente naif en ocasiones, y una estética involuntariamente kitsch, que se vendían como vanguardia musical dentro de una escena, la nacional, pobre, pobrísima, y baldía en cuanto al uso de las máquinas y los sintetizadores para fines musicales se refiere. Sin embargo, tal grupo no fue el único portador de este género en nuestra lengua. De España surgieron otras propuestas infinitamente superiores que, lamentablemente, no tuvieron el mismo apoyo mediático pero, para fortuna nuestra, a base de ingenio e inteligencia, pudieron trascender fronteras y forjar una leyenda y un culto desde la independencia. El Aviador Dro, es una de esas bandas y, siendo realistas, la fundadora de todo este embrollo, la más importante. El Aviador Dro y sus Obreros Especializados fue / es la banda de tecno/electrònica hispana, el origen de todo y quienes marcaron el camino por el cual el resto ha transitado.
El proyecto surgió en la euforia de la llamada movida madrileña, movimiento de renovación cultural y artística que despuntó a finales de los setenta y principios de los ochenta gracias al espíritu liberador del post-franquismo. El punk llegó a la capital española y encontró eco en un puñado de propuestas (pintura, diseño, literatura, cine, música). Fue aquí donde el Aviador Dro apareció siguiendo las enseñanzas musicales de los alemanes Kraftwerk y atendiendo el desenfado y el humor crítico e irreverente de los iconoclastas Devo, para ofrecernos su peculiar visión del futuro.
Como pocos, el grupo se asume desde sus inicios como un colectivo de sólida congruencia, con una filosofía y un universo propios y bebiendo, a la vez, de diversas fuentes: la literatura de ciencia ficción de Isaac Asimov, Anthony Burges y Bradbury la serie B norteamericana y las fantasías cinematográficas de un Japón post-nuclear, las vanguardias artísticas de los veinte como el Futurismo italiano de Marinetti y su culto hacia la máquina, las lecturas anarquistas de Mikhail Bakunin y el aliento de los grupos más contestarios del punk británico –ya eran cyberpunks mucho antes de que el término empezara a circular en la órbita artístico-cultural-.
Desde entonces el Aviador se ha mantenido activo, y siempre fieles a si mismos han propagado sus ideas en una extensísima cantidad de canciones. Canciones, la gran mayoría de evidente estructura pop en su vertiente Tecno, y otras de arriesgado aliento experimental. Pero todas ellas ventanas a un futuro no del todo esperanzador. Y es que el Aviador Dro ha sido ante todo una inagotable fuente de miradas hacia un futuro marcado por el pesimismo, aunque la apariencia a veces diga lo contrario; ha sido un amplio abanico de –he aquí su principal mérito- canciones que son siempre interesantes relatos de ciencia ficción lúdicamente amargos y casi siempre extraordinariamente musicalizados, en los cuales lo mismo podemos encontrar descripciones de desolados panoramas post-nucleares (Nuclear sí) que crónicas cientificistas (Antimateria), exhortaciones al uso de la violencia como defensa (el genial y agresivo himno-monólogo que es Intolerancia o La única solución es la venganza) que irónicos alegatos anti-bélicos (baila la guerra), abiertos homenajes a iconos del cine de ciencia ficción (sus ya legendarias Godzilla, Nestor el cyborg, Alex y los Drugos, La zona fantasma, Aelita) que LPs de calculada conceptualizaciòn futurista (desde su obra maestra Síntesis a la ficción desarrollada a lo largo de todo el Mecanisburgo), versiones muy al estilo del grupo de canciones ajenas (She lost control de Joy División y The model de Kraftwerk) que críticas a la invasión mediática (La televisión es nutritiva), llamados de insurgencia en un muy cercano mundo orwelliano (La arenga de los Sindicatos Futuristas, La producción al Poder) que declaraciones de principios ateístas (Destino contra Dios).
Este año es el número 25 para la banda; las canciones van y vienen y las crónicas sobre el futuro, la ciencia y la tecnología del Aviador Dro se antojan inagotables. Aunque los ochenta fue su mejor década, el Aviador no desiste, se mantiene productivo: Confía en tus máquinas (Subterfuge, 2005) es hasta hoy su última entrega, un disco en gran medida conmemorativo de este cuarto de siglo de vida, como conmemorativo fueron también las presentaciones que por primera vez realizaron en México (Tijuana, Monterrey, DF) y su primer recopilatorio en 25 años editado en nuestro país (Nuclear siempre); Tijuana fue una de las ciudades que mejor los cobijó, porque Tijuana -según me informaron- es la única ciudad en nuestro país que rinde culto casi fanático a este grupo (uno de los principales divulgadores de la obra del Aviador en nuestro ámbito ha sido Ford Procco, banda originaria de Tj). Yo no soy de Tijuana, pero como soy muy retro (me dice un amigo) y un nostálgico de ese futuro que el Aviador Dro nos pintaba desde 1979, me incluyo, pues, en el culto.
Lamentablemente no pude ir a su concierto (realizado en Tj hace mes y medio) pero igual me uno a la demanda conmemorativa: ¡Nuclear siempre. Larga vida al Aviador Dro!
(Por Jose Abril)

Thursday, July 21, 2005

Definiciones diabólicas


1).- Nacimiento, s. Primero y más terrible de todos los desastres. Sobre su naturaleza, hay distintas opiniones.

2).-Niñez, s. Período de la vida humana intermedio entre la idiotez de la primera infancia y la locura de la juventud, a dos pasos del pecado de la adultez, y a tres del remordimiento de la ancianidad.

3).-Macho, s. Miembro del sexo insignificante. El macho de la especie humana es generalmente conocido como Simple Hombre. El género tiene dos variedades: buenos proveedores y malos proveedores.

4).-Mujer, s. Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre y que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación

5).- Miss, s. Título con que marcamos a las mujeres solteras para indicar que están disponibles en el mercado. Miss, Missis, y Mister me parecen las tres palabras más desagradables de la lengua inglesa, tanto por su sonido como por su sentido. Las dos primeras son una corrupción de “Mistress” y la tercera de “Master…

6).-Amor, s. Insania temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales…A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo

7).-Intimidad, s.-Relación a que son providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.

8).-Ancianidad, s. Época de la vida en que transigimos con los vicios que aun amamos repudiando los que ya no tenemos la audacia de practicar.

9).-Muerte, s. Dìcese de lo que ha concluido al trabajo de respirar; de lo que ha acabado para todo mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida carrera; y de lo que al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un simple agujero.

Ambrose Bierce
del Diccionario del Diablo (1911)

Monday, July 18, 2005

El horror de los Friedman


Durante buen tiempo el documental se mantuvo ajeno a la corona de la popularidad y al camino de una digna distribución comercial. La idea prejuiciosa de que el género de la llamada también no-ficción estaba destinado a un público reducido, a circuitos especializados y con objetivos muy específicos (científicos, didácticos, divulgativos) lo condenó prácticamente al ninguneo de las masas y al simbólico sótano de las películas consideradas aburridas de antemano, esas a las que habría que sacarle la vuelta. Ahora las cosas parecen haber cambiado y la no-ficción expande su territorio a pasos agigantados que abarca propuestas experimentales y harto interesantes hasta sus versiones vulgarizadas y banalizadas por la TV. Querámoslo o no, Michael Moore tuvo bastante que ver en esto, pues su particular concepción del género (cero solemnidad, mucho humor e ironía sin perder la agudeza crítica y la mirada diseccionadora) vino a devolverle ese carácter casi popular del que ahora goza.
Retratando a la familia Friedman (EU, 2003) en gran medida se ubica dentro de este, llamémosle, nuevo documental gringo: al igual que Moore o también Morgan Spurlock (Super size-me, 2004), Andrew Jarecki, su director, asume cierto desenfado y cierta mirada irónica en el abordaje de un tema por demás escabroso, en este caso la reacción de los integrantes de una familia al descubrir que su miembro central, el padre, es pederasta y objeto de investigación de una serie de hipotéticas violaciones a varios niños del barrio; pero aquí encontramos una notoria diferencia: el protagonismo y la omnipresencia característicos de aquellos (especialmente en Moore) ha sido desplazado a los objetos mismos de esta filmación: los Friedman.
Jarecki recolecta las voces testimoniales de un apocalipsis doméstico como si su cámara fuera un terapeuta, indaga entre los propios archivos filmográficos de la familia (películas caseras en súper 8 o video sobre el quehacer cotidiano de los Friedman) y los monta armando el rompecabezas de este proyecto de familia ideal malogrado ante sus terribles contradicciones y su inevitable agonía. Uno de los logros del trabajo es la saludable neutralidad del tratamiento que no impide el uso lúdico del material de archivo del pasado de los Friedman, dándole al documental, en algunos momentos, el aspecto de típica comedia televisiva de los sesenta; neutralidad también que impide el asomo del tono alarmista de reality show o la posible desmitificación panfletaria de la institución familiar; por el contrario: lo que en un principio podría parecer el retrato perverso y retorcido de una típica familia americana clasemediera a la manera de las viejas historietas de Robert Crumb se revela después como el sentido testimonio de los integrantes de una familia aferrada a negarse a su desmoronamiento.
Retratando a la familia Friedman no se conforma con presentarse como una especie de lamento coral que emerge de los restos de un derrumbe implacable. Poco a poco el documental va manifestando su línea denunciativa, y su veta màs inquietante, pero no en relación a la pedofilia, algo que tanto preocupa a los gringos por cierto. Sorpresivamente la denuncia de Jarecki va en otra dirección, pues su documental poco a poco va poniendo al descubierto los mecanismos de la paranoia social y el sistema judicial norteamericano que se determina por ellos. Aunque al Sr. Friedman (que muere en la cárcel de infarto en las peores condiciones) le resultó difícil ocultar su antes secreta atracción por los adolescentes, el realizador pone el acento en lo impreciso de las premisas del caso y evidencia que el delito de violación y pedofilia en cuestión, devastador emocionalmente hablando para los Friedman, sólo ocurrió en las fantasías persecutorias de aquellos que desarrollaban la investigación. Jarecki y su documental terminan por recordarnos que de vez en cuando la realidad pareciera ser una simulaciòn de un relato de Kafka. He aquí, pues, el verdadero HORROR... (Por José Abril)

Wednesday, July 13, 2005

Taboada, a propósito de Marga


Hace unos días falleció quien fuera durante buena cantidad de años el vivo rostro del sufrimiento femenino en el cine mexicano: Marga López (haciéndole franca competencia a Dolores del Río). Y aunque nuestro interés no es hacer un recuento de su filmografía in memoriam, si nos gustaría tomarla como pretexto para hablar de otro asunto más ligado a lo que nos mueve, el de Carlos Enrique Taboada. La López en dos ocasiones hizo a un lado el melodrama para prestarse a otros juegos ficcionales más del lado del horror puro, y quien se encargó de ubicarla en esos universos tenebrosos tan en apariencia ajenos a su rictus y a su gesticulación fue precisamente él. Suponemos que Marga López no requiere presentación: más o menos tenemos circulando su imagen en nuestro imaginario colectivo. Pero Taboada casi casi ha sido una figura anónima a lo largo de estos últimos 30 años, aunque algunas de sus películas sean autenticas obras de culto.
¿Qué quién demonios es Taboada? Basta decir que quien haya creído en todo este tiempo que Guillermo del Toro es nuestro auteur de horror por antonomasia ha vivido en un grave error y en la absoluta ignorancia. Mucho antes de que este tapatío llegara con su Cronos (1994), otro mexicano, Taboada pues, ya había hecho de las suyas en el horror cinematográfico nacional y con mucho más aciertos. Taboada fue quiza el primer realizador que asumió con seriedad el género en nuestro país y el que manejó sus códigos renunciando al más patético y casi siempre chistoso kitsh (a la manera de toda la saga de El Santos y Blue Demon contra cualquier monstruo que se les ocurra). Fue el primero que se planteó el gènero no como una comedia involuntaria y sí como un cine de gran aliento inquietante, a veces sutilmente poético y otros verdaderamente aterrador. Tampoco se trata de sobrevalorar; Taboada, siendo honestos, fue perpetrador de una buena cantidad de películas fallidas, pretenciosas e irrisorias, pero sus incursiones en el miedo fueron las más acertadas de su carrera; no renovó el género, pero lo dignificó, a la clásica, en un cine, el nuestro, donde parecía estar destinado a la ignominia ¿De qué forma? Simplemente poniendo especial interés en aquello que el buen Lovecraft recomendaba: la atmósfera y la importancia del espacio, y mirando a modelos europeos de cine fantástico, como el llamado giallo italiano.
Fue precisamente en su primer película de horror donde Marga López participa en un papel que de entrada suponía cierto mistcast. Hasta el viento tiene miedo (1967) contaba la historia de una serie de personajes femeninos en un internado para señoritas donde el espíritu de una joven suicida irrumpía en las noches para provocar la angustia general. Todo se descubre después como el acto de venganza del fantasma de una joven que en vida había sido sometida por la directora autoritaria del colegio incapaz de poseerla, y presa de sus celos lèsbicos la conduce prácticamente al suicidio. Uno de los tantos logros de la película fue precisamente la actuación de Marga López, genial como una lesbiana reprimida, dura, amargada y autoritaria, todo lo contrario a lo que nos tenía acostumbrados, y claro está la concepción del espacio y el ambiente de un encierro agobiante.
Después de esta película Taboada regresa, nuevamente con Marga López, en otra película de horror sobrenatural. El libro de piedra (1968) es quizá la más popular de este realizador, verdadera pieza de culto. En ella la actriz encarna a una institutriz que se encarga de la educación de una niña solitaria y problemática. La niña jura tener un amigo que en las noches la visita, el amigo, poco bienintencionado y malévolo, es aparentemente la escultura de un niño leyendo un libro ubicado en el centro del enorme jardín que adquiere vida al caer el sol. Aunque la película adolece de ciertos efectismos medio chafas (lo que en Hasta el viento…era sutileza aquì son trucos enseñando el cobre), funciona, y aparte tiene, según opinión del maese Jorge Ayala Blanco, uno de los finales más bellos e inquietantes del cine mexicano. Inmediatamente después Taboada realiza Vagabundo en la lluvìa (1968), película en la que abandona las claves del cine fantástico y adopta las del thriller. Se trata de una de sus películas poco conocidas pero con ella recuperaba el aliento inquietante de la primera. En Vagabundo… dos jóvenes burguesas, por accidente, se ven forzadas a pasar la noche en una cabaña; entre plàticas banales, reproches y discusiones se dan cuenta que un extraño merodea el lugar. La película se desarrolla como un efectivo ejercicio de progresiva claustrofobia y ansiedad, en un ambiente de encierro insostenible.
Las dos ùltimas entregas del realizador en cuanto a horror se refiere cierran su ciclo con altura. La primera es Màs negro que la noche (1974) y es con todo y sus logros la más camp de todas. Estrellas del momento como Claudia Islas, Lucía Méndez, Helena Rojo y Susana Dosamante, enseñando más nalga que talento, fueron utilizadas por Taboada en este delicioso giallo a la mexicana, y sometidas, como manda el género, a los más brutales asesinatos perpetrados por el victoriano fantasma de una aristócrata anciana, omnipresente en un enorme cuadro colocado en la sala de una mansión, y con su representación terrenal en Becker, un gato, efectivamente, más negro que la noche. La otra es Veneno para las hadas (1984) y es la más experimental de todas. A partir de la premisa de que la inocencia puede ser letal, Taboada cuenta la historia de dos niñas que alucinan ser brujas, sus juegos se tornan cada vez más peligrosos hasta llegar a la tragedia. En ella Taboada opta por una puesta en escena mucho más elaborada, mostrando todo desde la perspectiva de las niñas y eliminando del encuadre a los adultos, manteniéndolos en off, a la manera de los viejos cartoons norteamericanos.
Después de esto Taboada se dedicò a la TV sea como guionista o productor, en cine escribió algunos malos guiones de malas películas. Su buen ojo para el horror dejó de ser productivo…Ah, se me olvidaba, muere en 1996 (Por Josè Abril)

Friday, July 08, 2005

¿Quién le teme a Patricia Highsmith?


Camina sobre Blancanieves/ Todo le sale bien/ …Habla como un humano /
pero sonríe como un reptil…
David Bowie

1. Siempre he sido un ferviente seguidor del llamado cine negro; y negro, que quede claro, no en un sentido racial sino en su abierta connotación ética y moral. Cine negro poblado de mujeres blancas que actúan con negras intenciones y de manera despiadada, rubias astutas, elegantes arpías que cigarro en mano e infalibles estrategias persuasivas van corrompiendo a los hombres, débiles casi siempre, haciéndoles ver su latente vocación por el crimen. Es el cine pues donde el delito es un estilo de vida que sabe pagar, aunque la moraleja engañosa y conservadoramente casi siempre diga lo contrario. Como la mayor parte de los géneros, el negro tiene sus orígenes en la literatura, literatura que a su vez encontró su punto de partida en la crónica policíaca y en la nota roja de la prensa de una Norteamérica hundida en su gran depresión, en la devastación económica del crack del 29, que entre otras cosas fue el campo fértil de la corrupción, de la violencia callejera, de las guerras urbanas sin cuartel, del contrabando, y del ladrón, el asesino o el gangster vueltos ídolos populares.

2. Nunca he sido un lector frecuente de la literatura que porta este mismo color, pero sí he sido recurrente en las narraciones que adscritas a ella ha firmado Patricia Highsmith (1921-1995). Highsmith hace tiempo dejó este mundo para irse a cualquier parte, y aunque nunca fue una rubia mezquina de peligrosa elegancia como varias de las criaturas del universo noir, sí supo sacarle plusvalía estética y literaria a esa mezquindad casi natural de nosotros los humanos. Mujer siempre misteriosa, casi hermética, misántropo de pocas pero duras palabras, de comentarios tan provocadores como su literatura (su antología de Cuentos misóginos ya era una extraordinaria broma políticamente incorrecta mucho antes de pensar en posmodernidades), Highsmith no fue otra escritora más de novela negra –o policíaca-; trascendía el esquema narrativo y argumental mediante infinitos recursos para convencernos entre página y página que el infierno está aquí entre nosotros y que cada una de nuestras cabezas ofrece una terrible variante. Para muchos la saga en torno a Ripley, el seductor asesino, es su mayor logro. Para mí, por lo menos entre los pocos libros que he leído de ella, Mar de fondo es su obra maestra, una de las tantas pruebas de que Highsmith fue mucho más que un Chandler o un Hammett con ovarios y ciclos menstruales.

3. Highsmith se escribe con H como Hitchcock. Y Hitchcock fue el primero que trasladó al cine una de sus novelas. Curiosamente Extraños en un tren (E.U. 1951), película y novela, definen con claridad la constante en la obra de ambos autores: lo siniestro como un elemento latente en todo ser humano y con más frecuencia en los de apariencia inofensiva (las peores bestias llevan el pelo por dentro decía Neil Jordan). Así la película da inicio a la relación, cordial casi siempre, entre el cine y la literatura de esta autora. Ripley ha sido el personaje más socorrido; el asesino culto y elegante, que va por el mundo, con su ambigua sexualidad, como una especie de Eva incitando a la tentación del crimen ha sido motivo de buena cantidad de films: El talentoso Mr. Ripley (EU, 2001), de Anthony Mingella, y El amigo americano (EU-Italia, 2003), de Liliana Cavani, son los casos más recientes y tal vez los más conocidos por las nuevas generaciones. El amigo americano ya había sido filmada con mucho más tino por Wim Wenders a finales de los setenta; uno de sus tantos aciertos: Wenders convertìa a Ripley no en un burgués refinado y elegante sino en un verdadero white trash encarnado con demencial socarronería por el inefable Dennis Hooper. Claude Chabroll, por su parte, optó por una historia más afín a sus inquietudes: la compleja historia de celos y la idea de asesinato que enturbia la dinámica de un matrimonio en El cuchillo estaba hecha a su medida. Otro cineasta, un alemán de nombre y apellido impronunciables (no recuerdo exactamente su nombre) realiza a principios de los 80 la adaptación de El diario de Edith, una de las historias menos obscuras de la autora, donde se sigue el proceso de locura de un ama de casa ante el desmoronamiento de su pequeña familia.

4. "Sustancia de locura" es una frase significativa en la vida de la autora: es el título de uno de sus mejores cuentos, es también la base de la mayor parte de sus ficciones y es, por último, el elemento que dinamiza a la paranoica sociedad norteamericana a la cual perteneció. Highsmith lo sabìa muy bien: la locura es la sustancia que da vida a la norteamérica de siempre; no en vano decide abandonar su país de origen y adopta a Europa como su nueva sede, Suiza fue el lugar donde desarrolla la mayor parte de su profesión y en el que finalmente decide morir en 1995, hace exactamente diez años. (Por José Abril)

Tuesday, July 05, 2005

La hora del crimen

Natural_Born_Killers_01.69120. 235x0 Algunos los llaman artesanos, otros, artistas del crimen, locos o asesinos; John Wayne Gacy, Ted Bundy, David Berkowitz, Ed Gein, Charles Manson son sólo algunas personas que se han ganado tales adjetivos que a la vez sufrieron vejaciones en su distante niñez. Irónicamente y con un trasfondo mas evolutivo, esa distancia se hace próxima y casi palpable en el transcurso de sus vidas, ellos lo sabían al igual que Mickey y Mallory Knox, protagonistas de la anárquica Natural Born Killers.

Oliver Stone dirigió esta película basada en una historia de Tarantino. Ambos protagonistas son objeto de violencia; la falta de cariño y los golpes de la madre de Mickey y el abuso sexual por parte de su padre en Mallory, causan una bomba de tiempo donde los asesinatos solo servirán para apagar temporalmente la mecha.
Película que no pone el dedo sino el hierro caliente en la llaga sobre la cultura americana y su fijación y glorificación en los medios, el desplazamiento de un ente llamado Dios hacia otro más terrenal a la vista: la televisión.
Teniendo en mente esto el director configura los personajes con viles papeles de series televisivas para rematar con el tierno “I Love Mallory”, nombre del programa sitcom donde presenciamos la unión de estos dos white trash (un carnicero y una chica esperando a su amiga para ir al concierto de John Lee Hooker) teniendo como testigo al público televidente en la atracciòn natural; un hombre libre rescatando a la pobre joven del infierno del abuso sexual en su propia casa. Alimento puro para el espectador.


A partir de esto, la historia es un saturado zapping que raya en lo absurdo (cerca de 3000 cortes) matizados en colores definidos de acuerdo al contexto del personaje, rojos, naranjas y una gran cantidad de verde (simbolizando la envidia-ira), que se puede apreciar a lo largo de la película, el pie de limón de Mickey en la cafeterìa, la gasolinera donde va Mallory con el joven o la emblemática escena de farmacia con sus gigantescas letras: DrugZone, ¿Que mejor nombre para describir lo que pasa en ese lugar? Fuego cruzado, la paliza de Mickey a manos de policías corruptos, escoltados por la cámara de televisión; violencia, abuso, sangre, corrupción, consumismo y balazos. Wayne Gale (Robert Downey jr.) productor del programa televisivo de mayor rating, “American Maniacs” lo sabe: “¿Acaso esos tontos en la tierra de los zombies recuerdan algo?” esto, refiriéndose a su público.
Constantemente hay dos dimensiones en la película que enmarca a los personajes. Todos son alimentados por la violencia y la sangre a causa de su pasado, Mickey: maltrato, Mallory: abuso sexual (es inevitable el sentimiento de sexo-violencia), Scagnetti: el asesinato de su madre a manos de Charles Whitman el francotirador de Texas en 1966, Dwight McClusky (Tommy Lee Jones): el sádico director del penal y Wayne Gale: el conductor yuppie de televisión ávido de éxito y atención a costa de la sangre de las otras personas.
En todos existe un alter ego, un demonio que saca lo peor de ellos donde el egoísmo da su parte primordial a la historia. Es típico ver una frase, un gesto, una mirada, un movimiento de algún personaje seguido de una imagen alterna de lo que en verdad piensa el mismo.
Aunque hay momentos en que el discurso de la película es un tanto reiterativo y hasta veces obvio, el frenesí de los cortes, el background animado, las actitudes de los personajes permiten mover la obra al rumbo del culto. Las actuaciones no permiten dilucidar mucho sobre el talento de los dos protagonistas, donde en algunas ocasiones resalta una especie de retraso mental en ambos.
Hay quienes consideran que es la película mas narcisista de Oliver Stone, otros la mas anárquica, obra maestra... en fin, los calificativos pueden variar considerablemente si vemos todos los elementos que contiene (a propósito) y la forma donde y como se nos presenta, una realidad manipulable tal y como en la vida de los medios.

Natural Born Killers es una película que ni siquiera su director pudo controlar, se le escapó de las manos al querer implementar múltiples conceptos tan exagerados como la copia de televisión al cine, creó un fruto donde efectivamente, la gente probo y reaccionó como lo esperado en una resolución de una corte televisada de OJ simpson, una pelea en público, las conclusiones de Jerry Springer, el sexo de los famosos, la cobertura de un asesinato masivo de una secta, un gigantesco tabloide lleno de colores, fotos retocadas y notas escandalosas donde de una semana a otra cambian las “noticias” para seguir con una mayor explotación comercial. Quizás es aquí donde se encuentra la excepción de esta película (David M).

Saturday, July 02, 2005

Karloff antes de morir


Hace algunos días en este espacio hablábamos de Elsa Lanchester y su trascendencia al personificar a la “novia” del monstruo, en La novia de Frankenstein. Ahora toca el turno al que fuera su pareja sentimental en aquella película: Boris Karloff. Y no es que Karloff sea motivo de conmemoración alguna, por lo menos en estos días, pero el hallazgo de una auténtica rareza cinematográfica en la que él participa (y a muy buen precio, por cierto: ¡45 pesos!) por parte de un servidor lo amerita. Se trata de Target (EU, 1967), conocida aquí primero como Míralos morir, y ahora, para su lanzamiento en DVD, rebautizada como Antes de morir, título de elocuencia extracinematogràfica si consideramos que días después de concluida esta filmaciòn el ya anciano Karloff pasa a mejor vida. Y digo rareza, porque esta pequeña obra maestra serie B, producida por Roger Corman y dirigida por Peter Bogdanovich antes de hacerse famoso por su La última película (The last picture show, EU, 1971), es una de las primeras propuestas ubicadas en el cine de horror en plan reflexivo y diseccionador. Bogdanovich juega con el icono (Karloff) y con el género que lo formó. El origen de todo esto es tan curioso como cualquier producción apadrinada por Corman: a Bogdanovich se le asigna la tarea de armar una película en tres días con un material inédito de película impresa con Boris Karloff (material de 20 minutos sobrantes de la película de 1963 original de Corman El terror ). El resultado: un producto de compleja estructura narrativa que entrelaza dos historia simultaneas, por un lado la de Byron Orlock (Karloff), un desencantado actor de películas de horror decidido abandonar su profesión al estar convencido de que el género esta en decadencia, por otro la historia de Bobby Thomson (O’Kelly), típico ciudadano común de clase media que se levanta de su cama decido a dispararle con su rifle a todo aquel que se atraviese en su camino incluyendo su familia. Ambos personajes logran converger en un clímax harto simbólico: Orlock en pantalla grande durante la proyección de su última película (o sea El terror de Corman), Bobby oculto detrás de la pantalla disparando a diestra y siniestra a los espectadores. Targets trascendió la puerilidad y el amauterismo típico de las producciones serie B fundamentalmente por el tema y estilo que el realizador desarrolló, pues vista hoy la película se aprecia como una visionaria reflexión acerca de los mecanismos del cine de horror y su caducidad ante una realidad que progresivamente lo supera, y es a su vez una mirada distanciada a una sociedad, la norteamericana, que oculta sus demonios en cada esquina y los suelta bajo una inofensiva apariencia de normalidad; reflexión y mirada de terrible vigencia: no es difícil imaginar en el rostro de Bobby la geta de Bush, tan texano como el personaje del film. (Por Josè Abril)

Wednesday, June 29, 2005

¡Que los hijos devoren a los padres..!


El primer y muy reciente disco en solitario de J.Horror es, en propias palabras del autor, un recorrido por los sonidos que más le fascinan: del punk al r’n’r, del rockabilly al psycobilly, pasados por el filtro del gótico; para decirlo en términos más claros, es todo un paisaje sonoro evocativo de The Cramps, Hellbillys, Misfits, Pegamoides, Parálisis Permanente y hasta Jerry Lee, todos ellos contemplados por la mirada del Peter Murphy de Bauhaus. En las letras, este artista español mantiene continuidad con las canciones de Baby Horror, la agrupación que comparte con su pareja Annie Horror; se trata pues de un suculento combo de chistosas e irónicas referencias al más delirante cine de horror Serie B gringo.
De entre las 10 canciones que componen este breve pero sustancioso disco hay una que llama especial atención: el track 8 tìtulado Ningún amigo en el espacio interior que, entre otras cosas, es un explícito homenaje a Desechables, mítica banda española de la escena punk madrileña de los incipientes 80s. Aunque la letra no hace referencia específica a film alguno, es el estribillo lo que nos permite ver interesantes sugerencias cinematográficas: ¡Que los hijos devoren a los padres en el momento de nacer!
Abandonemos pues el terreno musical y empecemos mejor con el cinematográfico que es donde mas o menos sabemos movernos.
¡Que los hijos devoren a los padres en el momento de nacer! Sugiere cierta fantasía de aliento subversivo. Subversivo y libertario, si nos ponemos en el plano de lo político, donde el hijo se vuelve en contra de la institución familiar, metáfora del hijo que siguiendo sus instintos activa un mecanismo de defensa contra la castración y el sometimiento propio de la infancia desde el momento que nace, la improbable ejecución de rito iniciàtico y la muy antropófaga manera de celebrar/vengar su venida a este mundo de guerras, epidemias, corrupción ¡Que los hijos devoren a los padres en el momento de nacer! Puede leerse también como una fantasía siniestra, obscura y apocalíptica donde el parto se plantea como el inicio de la destrucción, el nacimiento del terror vía útero, y la maternidad como la gestación de un infierno (en lo físico, en lo simbólico) que se volverá orgánico y a la vez destructivo en un cerrar y abrir de piernas...Ésta ha sido una premisa recurrente en el cine de horror, que a través de claves metafísicas o relativamente racionales nos desmiente que el embarazo es un estado de gracia, nos espeta en la cabeza que lo de la paternidad/maternidad es un caos devastador y el nacimiento biológico de un ser monstruoso literal (como en Eraserhead) y metafórico es trágicamente irreversible.
Son varias las películas que han partido de esta premisa y muy pocas las que han sabido desarrollarla con inteligencia. Tomemos, pues, a pretexto esta canción para pasar lista algunas de ellas:

• Ya en 1960 Wolf Rilla desarrollaba el asunto en El pueblo de los malditos, donde todas las mujeres de un pueblo eran fecundadas por alienígenas y daban a luz a un ejército de niños peli-blancos destinados a destruir y exterminar la tierra. En los 80s, John Carpenter realizó un aceptable remake. En ambas versiones la presencia de los enigmáticos niños en todo el argumento era un elemento lo suficientemente inquietante como para no poder ver con los mismos ojos a cualquier niño albino después de concluida la película.
• Un ejemplo más evidente y claro es El bebe de Rosemary (1968), donde Roman Polansky pone en escena la paranoia de una futura madre que ha sido fecundada por el mismísimo Satanás. El acierto de la película es precisamente su ambigüedad: las desventuras de una Mia Farrow preñada que no goza, sufre su embarazo, marcada por la incertidumbre. Nunca está del todo segura de qué es lo que lleva en sus entrañas: su inofensivo primogénito o la criatura que marca el inicio del Apocalipsis ¿histeria pre-parto o culpabilidad al saberse depositaria orgánica del futuro anticristo?
• En La noche de los muerto vivientes (1968) hay un momento memorable: George A. Romero pone en escena un auténtico matricidio. Una niña, vuelta zombi, destaza despiadadamente a su madre con una espátula para poder devorar su cerebro. No conforme, continua con su padre.
• En 1975, el cineasta serie B Larry Cohen inicia una saga terrorífica donde ciertas mujeres por extrañas e inexplicables razones (todo apunta hacia una contaminación radioactiva) dan a luz bebes monstruosos y depredadores, dotados de garras y colmillos. El monstruo esta vivo (1975, 1982, 1984) es hasta hoy la ilustración más literal del estribillo de la canción de J. Horror.
• En Eraserhead (1976) David Lynch ofrecía una de las visiones más deprimentes sobre el asunto de la paternidad, y la ansiedad y la histeria que deviene. En ella la procreación era el inicio de un infierno, y la presencia del bebe de apariencia monstruosa que de ella se generaba desintegraba un matrimonio y consumía anímica y psicològimante al padre, convirtiendo su mundo en una pesadilla.
• En Alien, el octavo pasajero (1978), Ridley Scott nos hacía presenciar un parto desconcertante: en medio de un banquete un ¡hombre! paría literalmente -en una especie de cesárea improvisada- una extraña criatura que rápidamente evolucionará en algo parecido a un reptil enorme, indestructible y hambriento. El resto de la historia ya es de sobra conocida.
• En Carrie (1976), Brian de Palma le ofrecía el privilegio a su acomplejada anti-heroína de crucificar con filosos cuchillos a su propia madre castrante, posesiva y dominante, para después acabar con su propia vida.
• En 1979 David Cronenberg –faltaba más- ofrecía una variante harto interesante y simbólica al respecto. En Cromosoma 3, una mujer que había sido sometida a una radical terapia siquiátrica empieza a dar vida a una serie de niños que no serán otra cosa que la materialización de su subconsciente y portadores del rencor y la ira que por años mantuvo reprimido. Lógico: los infantes serán los propagadores de la muerte y la tragedia para todos aquellos que rodean a esta madre letal de hijos letales.
• Mas lejos de la ficción fantástica y más acá del realismo psicológico, el español Carlos Saura, cuando era un cineasta interesante, nos ofreció Cría Cuervos (1972), crónica del inquietante proyecto imaginario de una niña que desea asesinar a su padre y en sus fantasías solitarias cree haberlo hecho.
• El cineasta aleman Tom Tykwer (el de Corre Lola corre) hace que su personaje en Marìa Mortal (1994) tenga un embarazo instantáneo y mortalmente liberador. Así a media noche María se pare a si misma, y es el nacimiento de esta nueva María la que desatará la destrucción de aquellos que la han sometido durante tantos años.

De seguro hay más títulos y más historias pero mi memoria se limita progresivamente (ni modo, los estragos del cigarro y el alcohol). Si el lector, hipotético o no, se acuerda de más títulos pueden agregarlos… De cualquier manera, lo dicho por J.Horror me sigue pareciendo una figura fascinante y una excelente premisa para más relatos cinematográficos o no.
Y así, mientras escucho: Ningún amigo en el espacio interior /¡Que los hijos devoren a sus padres al momento de nacer!...no puedo evitar acordarme de otra canción, en este caso de Def Con Dos (también españoles); más radicales y menos sutiles proponían ¡Basta de nacimientos/ vasectomía solidaria por decreto/Basta de nacimientos/vasectomizarse es el remedio!/ Para que quieren más hijos los irresponsables! Pero la cosa cambia: aquì la fantasía que genera tiene màs de estrategia propia de un orden totalitario y dictatortial imaginado por Orwell, aunque las intenciones sean las de cierto redentorismo social…en fin, cuestiones de interpretación
A manera de epílogo: se recomienda, a propósito del asunto, El secreto de Vera Drake (Inglaterra, 2004),de Mike Leigh, emotivo retrato de una mujer que practica abortos como una hermana de la caridad que va por el mundo ayudando desinteresadamente a “chicas en problemas” . Ojo: mujeres “en problemas” o con posibilidades de… ya pueden proponer una nueva Santa…al menos que prefieran que una extraña criaturita las comience a consumir lenta y progresivamente –Cinemark, Càmara alternativa-(Por José Abril)