Friday, October 22, 2010

Una breve / VIII

Aunque coincido con algunos en el hecho de considerar El infierno (México, 2010) la mejor película de Luis Estrada (prefiero pensarla como la menos peor), no termino de empatizar del todo con ella. Y sí: tiene un ritmo dinámico que le ayuda bastante, algunos –no muchos- gags logrados y algunas –muy pocas- líneas de diálogos ocurrentes. Pero tiene otros tantos defectos y entre esos tantos el que más resulta molesto, irritante, es la concepción de ciertos personajes. A Estrada le pasa lo que a las Novaro (María directora, Beatriz guionista) quienes desde su mentalidad coyoaquense esquina con La condesa les da por imaginar “tipos ideales” y por lo mismo inverosímiles en ficciones que creen tutearse (¿o twittearse?) con la realidad; si en éstas últimas la clase obrera va al paraíso y sus mujeres -obreras claro está- hablan con una conciencia de clase y de género que ya quisiera cualquier agitadora política en turno y con tales recursos como si de estudiantes de Ciencias políticas de la UNAM se trataran (pienso especialmente en la Tiaré Scanda de Sin dejar huella / 2000), en aquel los narcos manifiestan tal conciencia de la realidad mexicana que ya la quisiera cualquier ávido y comprometido lector “ideal” de La Jornada o Proceso.

Estrada pretende que su Cochiloco (un pesado Joaquín Cosio), que tiene tanta capacidad para la reflexión en voz alta (y a la menor provocación, externada) como para el gatillo, sea algo así como el portador del –y perdón por el término- ethos de su Infierno, y eso hace que sus obviotes, políticamente aclichados e impostadísimos diálogos contribuyan a que todo el asunto se aproxime peligrosamente a lo indigesto.

(José Abril)

3 comments:

Manuel said...

Tu también vas a salir con que "los narcos ya no son así"... o con "qué verde era mi valle" narcochentero. José, no todos los directores pueden ser Aki Kaursismaki ni todos los personajes Raskolnikov...

El diablo probablemente said...

No estoy diciendo que "los narcos ya no son así" ni estoy pidiendo que todos los directores sean Kaurismaki. Ni tampoco digo que las obreras no puedan estudiar ni que los sicarios no lean La jornada. Trato de decir que para la lógica de los directores y por ende la de sus ficciones ciertos rasgos que le dan a sus personajes los hacen inverosímiles y forzados en los contextos particulares de las películas, más aún, en el caso de Estrada, que evidentemente se inclina por la caricatura.

Lupercia said...

lástima que no hay "me gusta" en blogger como lo hay para facebook.
a mí no me gustó esta película, se me hizo muy ridículo que la gente saliera con un aire de "por fin se hizo justicia" y un amor a los narcos de buen corazón. no paso a creer que se asustaran de las cosas que vieron (en cuanto a "crítica social") pero eso sí, como si nada se aguantaron la "ultraviolencia" digna de un tarantino con 3 pesos para la producción.

lo más infame fue que compararan al padrino con el infierno.

además, es verdad, de cuándo a acá los narcos son tan conscientes de la realidad social? qué leiditos me salieron.

a mí no se me hizo buena. tampoco se me hizo muy sarra. pero ni la volvería a ver, ni la recomendaría.