Saturday, August 02, 2008

Flash back 10: Perditas


Rossellini como Perdita Durango en Salvaje de Corazón


Rosie Perez como Perdita en Perdita Durango

Rasgo característico en la literatura de Barry Gifford es la descripción fría, la mayoría de las veces irónica, de situaciones marcadas por el exceso, por una violencia extrema y extraña que la ubica a medio camino entre el más puro horror y el humor más negro y retorcido. Su obra esta integrada por una galería de personajes-freaks, criaturas-limite que prodigan la muerte y se regodean en la negatividad de sus relaciones devastadoras. Gifford insiste en construir una bizarra caricatura del Mal, a partir de la insólita comunión entre lo ridículo y lo nefasto, proyectando en ella esa Norteamérica obscura y sórdida que subyace en el tan traído y llevado sueño americano.

Algunos de los personajes de Gifford y sus gags siniestros sirvieron a David Lynch, cineasta de similar visión, para construir su extraordinaria Salvaje de Corazón (Wild at heart, 1990), pieza clave en el cine de los noventa y violentísima historia de amor que corregía y aumentaba la novela La historia de Sailor y Lula. En ella una pareja de amantes compulsivos se enfrentaban a una fauna maléfica, típica del escritor, formada por sicarios, histéricas madres posesivas, psicópatas, alucinadas brujas malvadas que no ponían reparos en torturar a los protagonistas y eliminar sádicamente a quien osara intervenir a favor de ellos. El atractivo del film radicaba no sólo en el mundo y los personajes, en definitiva propios del escritor, sino también en el notable y siempre sorprendente ingenio del cineasta para establecer en términos visuales la fisonomía de ese mundo y esas criaturas, principalmente aquellas marcadas por el signo de la maldad.

Después de esta adaptación Gifford convirtió su novela en una saga, extrajo de ella algunos personajes y desarrolló sus historias en posteriores entregas; Perdita Durango fue el primer texto que se desprendió. Se trata de un personaje que tuvo una muy breve aparición tanto en la novela como en la película de Sailor y Lula; se trata, también, de una obra que explora la mentalidad criminal de una mujer letal, obsesionada por la muerte y el sufrimiento físico de aquellos que se convierten en sus víctimas. Se llegó a rumorar que Lynch trabajaría una adaptación cinematográfica. No obstante, el tiempo se encargó de demostrarnos que el cineasta quedó satisfecho con los breves minutos que le dedicó a este personaje en Salvaje de Corazón. En la película Perdita era una presencia casi efímera pero fuerte, contundente, que inquietaba con la belleza glacial de una Isabela Rossellini, etérea y vulgar a un tiempo, de acentuado mal gusto (el original plantea al personaje como una morena de cejas y cabello negros; Rossellini, en cambio, se nos ofrece como una Perdita de ceja muy poblada, cabello torpemente pintado de rubio y hablando un pésimo inglés).

Nueve años después de Salvaje de Corazón ese reptil con piel de mujer que era Perdita volvió a concretarse vía celuloide, ya no por la mano bendita de Lynch ni con el rostro ambiguo de la Rossellini. El libro fue adaptado por un español, Alex de la Iglesia, director que coincide también, a su manera, con la visión de Gifford: como él es un amante del exceso y lo bizarro, del humor grueso y visceral que saludablemente desconoce la prudencia y el “buen gusto”. La ventaja de De la Iglesia fue haberse arriesgado a un texto difícil por introspectivo (Gifford recrea las fantasías, los deseos más recónditos de su anti-heroína). La desventaja es que ya existía un antecedente, mínimo pero válido, y comparando la versión breve de Lynch y la sutileza de la Rossellini, la versión larga de De la Iglesia y el ruidoso histrionismo de Rosie Perez salen perdiendo. Perdita Durango (EU-España, 1999), la película, es una historia dispersa, inútilmente barroca; el personaje central ha sido desplazado en la película por un Javier Bardem en plan de un Boby Perú de pena ajena y en absoluto mistcast (con Lynch Boby Perú fue interpetrado por un Willem Dafoe extraordinariamente terrorífico). De la Iglesia pretendió filmar la película más políticamente incorrecta jamás filmada y el resultado fue el más incorrecto no político sino técnica, estética y argumentalmente hablando.

(José Abril)

2 comments:

víctorhugo said...

de acuerdo: prefiero a la rossellini que a la loca gritona de la perez. y dafoe sí daba miedito, no como el bardem, a quien ya se le notaba su gusto por los peinados pal lado de la chingada.

David said...

¿Adivina con quien me quedo?

Carajo, no me acordaba de ese personaje en Wild at Heart, tendre que echarmemela al plato de nuevo. Por cierto ya me chingue Inside, tenías razón...