Wednesday, June 22, 2005

¿Quièn matò a Laura Palmer?

Uno de los regalos que quien escribe esto recibió ahora en su reciente cumpleaños, fue la caja de 4 dvds, con la primera temporada de la ya legendaria tv serie de culto Twin Peaks, concebida, co-escrita y co-dirigida por el no menos legendario director, de culto también, David Lynch. Sería tarea de fanáticos revisitar cada una de las no-sé-cuantas-horas de capítulos que conforman este banquete audiovisual. Pero, como fanático no soy –por lo menos en el sentido estricto del término-no creo poder hacerlo; ver nuevamente el piloto (que se lanzó como película independiente cuando concluyó esta primera temporada hacia principios de los 90s), y revisar entrevistas y documentales que vienen como material extra y un que otro capítulo, por lo menos los que considero los mejores, eso sí, para eso sì me considero paciente y bastante interesado. Lo bueno de todo esto es que el paquete no es de importación, fue editado en México y para aquellos interesados en repetir la experiencia o en acercarse por primera vez a este fenómeno, pues, no será tarea difícil.
¿Fenómeno? Sí, Picos Gemelos fue un verdadero fenómeno y en dos sentidos, el primero estrictamente relacionado con su creador. Que un cineasta como David Lynch, haya incursionado en el reducido universo de la televisión resultaba un hecho que se antojaba fatídico, síntoma de una previsible decadencia. Nada más ajeno a la capacidad revoltosa y a la visión sórdidamente onírica de Lynch que los parámetros limitados y conservadores de la televisión norteamericana. Pero para sorpresa de toda la legión de sus seguidores, el realizador nunca se traicionó y nunca renunció a sus obsesiones más sombrías y delirantes para llevar a cabo tal proyecto, todo lo contrario, no sólo da un paso triunfante, y al margen de prejuicios, a la pantalla cuadrada, sino que explota y descubre las enormes posibilidades creativas del, por lo general, devaluado y elemental serial televisivo. El segundo aspecto tiene que ver con el medio en sí: Picos Gemelos fue quizá la primer serie televisiva hecha con inteligencia, propositiva en sus contenidos y con una estética claramente definida, que alcanzó grandes índices de popularidad, no sólo en Estados Unidos, y en televisión abierta (a diferencia de buena cantidad de series actuales, interesantes y propositivas también, pero presentadas en televisión por cable únicamente).
La serie se desarrolla a partir del misterioso asesinato de Laura Palmer, una bella adolescente, y de las implicaciones que tendrá este suceso en la apacible vida provinciana de Twin Peaks, un pueblo cercano a la frontera con Canadá y virgen en estos escabrosos asuntos. Así las pesquisas encabezadas por el agente Cooper (Kyle McLahan) del FBI, cada vez más lejos de una solución, van descubriendo la verdadera cara del pueblo y una serie de graves conflictos entre sus habitantes.
¿Quién mató a esta virginal adolescente? Es la pregunta que obligaba una lectura puramente anecdótica del serial. Pero el interés de Twin Peaks iba más allá; era sorprendente descubrir la enorme vigencia y naturalidad, dada las características del medio y del gènero, de las típicas claves del universo Lynch. De hecho, la serie parecía ser un producto derivativo (sin que esto suene a inferioridad) de la célebre película del realizador Terciopelo azul (1985). Pero ya no se trataba de una oreja putrefacta y engusanada encontrada en un bosque la que abría la caja de Pandora, sino el cadáver de una joven envuelto en plástico encontrado a las orillas de un río. A partir de ese mórbido hallazgo Lynch iba destapando los vicios y las manìas ocultas del pueblo, y el sòrdido mundo que fascinaba a Laura Palmer en vida y que la condujo hasta la muerte.
Cada capítulo era una reafirmación constante de la maestría del realizador (por lo menos los de esta primera temporada, después fue Mark Frost quien tomo las riendas) y sobre todo de su gran capacidad para crear suntuosas atmósferas a veces idílicas a veces tremendamente agobiantes. Los primeros 30 minutos del capítulo inicial son suficientes para percatarse de ello: un cadáver envuelto en plàstico a la orilla del rìo, por telefono el grito desesperado de una madre que ya intuye la presencia de la muerte en su familia, la foto de laura con resplandeciente sonrisa rodeada de trofeos en una especie de altar colegial, pasillos escolares desolados y estudiantes en silencio interactuando a través de las miradas. Lynch nos va conduciendo con gran dominio entre el sufrimiento colectivo, prescindiendo casi por completo de las palabras y alternado cadenciosamente las situaciones. Tal desarrollo formal denotaba cierto refinamiento inusual en las series de televisión.
Si a esto sumamos la presencia de personaje delirantes, signos externos, como siempre en Lynch, del malestar latente, de actores frecuentes en las películas del realizador (el propio MacLahan protagonista de Terciopelo…, Sherilyn Fenn, y , por supuesto, Jack- Eraserhead- Nance), y la ya imprescindible música de Angelo Badalamenti, no quedarà lugar a dudas de que Twin Peaks fue ante todo una autentica obra lynchiana…dividida en capìtulos por supuesto. (Por José Abril)

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