Wednesday, June 22, 2005

La Sierra como pretexto

La violencia es una constante en el cine tanto de fórmula comercial como de supuesta preocupación artística. Acompañada de sangre o sin ella, este impulso animal domina buena parte de los argumentos cinematográficos actuales, ya sea como espectáculo gratuito o como elemento dramático.

El género del terror, por supuesto, debe su intensidad e impacto a la receta de violencia desbordada y sus subgéneros se nutren de vísceras y hemoglobina en cantidades industriales, dependiendo de la intención y el estilo de sus creadores (Fulci, Argento, Craven, Corman, etc.).

Una sierra fue el instrumento simbólico del terror y el ajuste de cuentas que hace más de 30 años marcó un hito en la historia del cine. “Masacre en Texas” (The Texas Chain Saw Masacre, 1974), dirigida por Tobe Hooper es referencia obligada para el grueso de las producciones de horror contemporáneo.

Esta película es una experiencia aún paradigmática en un género que pareciera estar retomando los bríos entre tanto producto autocomplaciente y desechable en las décadas pasadas.

Una nueva versión de “Masacre en Texas” (The Texas Chain Saw Masacre, 2003), es un homenaje a una obra maestra insuperable, hecha por un debutante director videoclipero, Marcus Nispel, que se atreve a poner al día la historia del grupo de jóvenes atrapados en el micro universo de una familia de caníbales.

Por su parte, “Juego Perverso” (Saw, 2004), es la apuesta de otro debutante, James Wan, por un cine visceral, opresivo y sin concesiones catárticas para el espectador. La historia de una serie de personajes enfrentados a la violencia y forzados a convertirse ellos mismos en asesinos para complacer las sádicas fantasías de un psicópata.

Ambas películas cuentan con la víscera como materia prima y la mutilación como lugar común. Curiosamente, la sierra es un elemento de tortura con carácter simbólico en estas dos películas. En una de ellas por razones explícitas y en la otra por unas más elaboradas.

En “Masacre...”, vemos a Leatherface con su sierra eléctrica persiguiendo a unos jóvenes que se atreven a invadir sus dominios, mutilándolos y despojándolos de toda su humanidad, reduciéndolos a reses. También es la representación fálica de una pulsión sexual contenida y desfogada como ajuste de cuentas violento dentro de una familia retorcidamente armónica.

La sierra -que da el título original a la película- es en “Juego...” una herramienta de tortura más en el nivel psicológico que en el físico. Aquí, Lawrence (Cary Elwes) y Adam (Leigh Wannell) son dos hombres encadenados a una tubería en un baño abandonado a quienes dan una sierra inútil para cortar las cadenas, pero útil para cortar cualquiera de sus extremidades.

Si en “Masacre...” los personajes se convierten en víctimas accidentales dentro de un micro universo de morales invertidas y resentimiento social, en “Juego...” las víctimas resultan elegidas con precisión, con la intención de redimirlos, reduciéndolos a marionetas de sus propios instintos y despojándolos de cualquier asomo de piedad.

Nispel (director de origen alemán) tiene frente a sí un clásico hasta ahora inigualable y utiliza inteligentemente su estilo visual para refrescar la anécdota y acercarla a nuevas generaciones. Incluso se da el lujo de ofrecer un final catártico que ha de haber puesto los pelos de punta a los puristas del género.

Wan (australiano de origen) cuenta con la ventaja de ser el propio autor de un guión laberíntico y sorpresivo. Sin embargo, su película está muy en deuda con el David Fincher de Seven (USA, 2005) no sólo en el nihilismo y la fábula moral, sino en la propuesta visual. Si hay algo que lo salva del plagio es ese dominio de la intensidad dramática tan poco común en un debutante.

Habrá que ver si estos dos directores logran superarse a sí mismos en sus próximos trabajos y resisten la tentación de convertirse en un engrane más de la maquinaria voraz hollywoodense, tan filosa como las sierras que los inspiraron (M. Meza).

1 comment:

Anonymous said...

ea! no puedes nega que la sierra causa profundo respeto... independiente de donde salga, aunque se haya vuelto un icono, eso si.